Suárez, Messi y las amistades peligrosas

El pasado verano se rompió una de las duplas más letales de la historia del fútbol, la que formaban Leo Messi y Luis Suárez. Si fuera del campo eran como hermanos, en el verde se convertían en los compinches más peligrosos: entre 2014 y 2020 firmaron 478 de los 902 goles del Barça. El inexorable paso del tiempo y el tormentoso hábitat de can Barça llevaron a la disolución de una sociedad que parecía ilimitada. Más allá de que la salida de Luis se pudiera justificar (o no) -fin de ciclo, plantilla envejecida...- las formas fueron pésimas, y este matiz convierte el Barça-Atlético de esta tarde en un desafío para el ahora delantero rojiblanco. Animal competitivo y con el orgullo herido, el Pistolero pisará el Camp Nou con el habitual y envidiable espíritu competitivo de los uruguayos, incapaz de diferenciar entre amigos y enemigos. En el campo, durante los 90 minutos, Luis no hace prisioneros.

TAMPOCO CONOCE A NADIE

La fortuna para el Barça es que el 50 por ciento de aquella legendaria sociedad sigue vistiendo -esperemos que por mucho tiempo- de azulgrana. Un Leo Messi quien, por cierto, tampoco conoce a nadie cuando se viste de corto. La suerte del partido, y quizás de la Liga, pasará por sus botas. De hecho, sus trayectorias explican en qué estado llegan sus equipos. Suárez disputó 17 de los 20 primeros partidos ligueros de los colchoneros y firmó 16 goles. Por supuesto, coincidió con la primera vuelta de récord que parecía coronar al Atlético en diciembre. En cambio, solo lleva 3 dianas en los 11 partidos en los que intervino después. En cambio, un deprimido Messi arrancó con una sorprendente cifra de 2 goles en 7 partidos y se pasó cinco jornadas sin ver portería. En cambio, en las últimas 15 jornadas acumuló 17 tantos. Sí señor, es la racha de la remontada blaugrana. Sin duda, unas amistades peligrosas.