El sorprendente cambio de Alex Márquez en MotoGP

Alex Marquez renovó por dos temporadas

Alex Marquez renovó por dos temporadas / EFE

Josep Lluís Merlos

Josep Lluís Merlos

A veces, muy pocas, en medio del nauseabundo estercolero que son las redes sociales florece alguna amapola. El domingo, tras la carrera de Aragón, Marc Márquez hacía brotar una de ellas en ese cenagal orgánico que es twitter: “Hola a todos. Soy el hermano de @alexmarquez73”. Brillante, oxigenante, creativo. La bofetada con la mano plana, abierta (como los peligrosísimos ventanales que tienen en esa casa, capaces de arrancarle a uno el brazo a poco que se descuide y por muy musculado que lo tenga) dirigida a todos los haters de esa red que tanto habían cuestionado la trayectoria de Alex retronó desde Cervera hasta el fondo de las madrigueras y establos donde se esconden quienes viven permanentemente instalados en el odio.

Dos segundos puestos consecutivos. Uno en lluvia, sí, pero el otro en seco. Dos magníficas exhibiciones del pilotaje más pulcro y excelso que le ha llevado a ganar ni más ni menos que dos títulos mundiales.

Días antes de la carrera de Le MansAlex me comentaba en conversación telefónica que estaba convencido de haber encontrado en el test posterior a la cita de Misano una solución técnica para sacar mejor rendimiento a la ingobernable Honda que sólo su hermano ha sido capaz de domesticar. Los resultados le han dado la razón y, sobretodo, los argumentos necesarios para no tener que pedir excusas constantemente por llevar el apellido que luce en su DNI.

La semana pasada escribí en esta misma columna que el podio de Francia podía abrirle las puertas (¡glups!, mejor no, no sea que se nos lesione alguien en el acto de hacerlo), marcarle el camino (eso sí parece más seguro) de los resultados que todos deseaban.

El concierto de rebuznos, el tsunami de bilis y la catarata de mala leche que se desató a partir de ese texto se vio acrecentado cuando el pequeño (en edad) de los Márquez repitió éxito en Motorland como avanzábamos que podía suceder. Que si es un enchufado, que si está en HRC por ser el hermano de quien es, que si no merece una moto oficial, que si qué raro cómo ha cambiado esa moto, que a ver qué neumáticos y mejoras en la electrónica han permitido a Honda para blanquear una imagen muy cuestionada. Argumentos todos para justificar la permanente crítica (no siempre argumentada), la frustración, y el obcecamiento que obnubila a tantos tarados que se esconden detrás del anonimato o, en el mejor de los casos, de un seudónimo.

Que la Honda ha cambiado es evidente. Sin la “dictadura” del estilo de conducción de Marc, los técnicos de esta formación con un palmarés tan brillante se pueden permitir la puesta a punto de una moto que no requiera de una conducción tan salvaje. Y el estilo más suave de Alex se aproxima más al de Pedrosa o al de Lorenzo (que también sufrieron con motos hechas “a medida” de Marc) que al de su propio hermano. Los cambios en la suspensión trasera, el lanzamiento de la horquilla y el ángulo de dirección le permiten girar mejor e insertar la moto en la entrada de las curvas de una manera más amable. Pero lo que hoy va bien a Alex, mañana no será adecuado para Marc y volveremos a las andadas, porque es lógico que imperen las demandas de quien ha dado tanto a esta marca. Paradójicamente, cuanto más lejos está Alex de su hermano, mejor se le dan las cosas. Pero el año que viene estarán en boxes distintos, con lo cual la maniobra de Alberto Puig cobra más sentido que nunca.