La sonrisa de Messi

Messi celebra uno de los tantos al Liverpool el pasado mes de mayo

Messi celebra uno de los tantos al Liverpool el pasado mes de mayo / AFP

Rubén Uría

Rubén Uría

Guardiola dijo que mientras Messi estuviera feliz, no habría problema. Messi dice que quiere seguir, siempre que haya un proyecto ganador. Suárez dijo que “espera un año largo y complicado”. Valverde fue más profundo: se siente responsable. Normal: su equipo fue previsible, plano, lento y perezoso. Tanto que dimitió en Los Cármenes. Lleva meses haciéndolo fuera de casa. Es su peor inicio de Liga en 25 años y no acumulaba una racha tan negativa como visitante desde Serra Ferrer. Posdata: Ansu Fati, el niño de 16 años, sigue dando lecciones a profesionales que están siendo incapaces de poder demostrarlo. Messi al margen, es el único capaz de tirar un regate. El único. Inadmisible en un equipo de nivel. No, Messi no parece feliz. Lo que es, es muy culé.

Granada made in martínez

Los Cármenes se ha convertido en parque de atracciones. El equipo juega bien, el vestuario se lo cree y el público hace la ola. Ante el Barça, el Granada no se comportó como un recién ascendido, sino como un campeón. Defendió arriba casi siempre, presionó tras pérdida, fue agresivo, contragolpeador y remató más que el Barça. Suma 10 puntos de 15 posibles. Su denominación de origen, Diego Martínez. Un entrenador como la copa de un pino y tres abetos. Alguien que estudia, conoce, sabe, transmite y transpira fútbol. Y que, además, no va por la vida con aire de ministro de Asuntos Exteriores.

Rojiblanco, macarra y ¿goleador?

A los versos de Pancho Varona se les ha caído una palabra. Diego Costa sigue bloqueado. El Atleti le necesita como el comer, pero el brasileño no aparece. Simeone confía a muerte en su “hummer” de Lagarto. Los números, no. Costa sólo ha marcado 5 goles en 33 partidos de Liga desde que regresó, lleva 300 días seguidos sin anotar gol en el estadio del Atleti y lleva dos temporadas seguidas que acaba con más tarjetas que goles. Costa es el icono del cholismo, pero este equipo ha crecido tanto que ya no puede esperar a nadie. Ni siquiera a él.