Opinión
La solución

Guardiola: "No soy lo suficientemente bueno" / Adam Vaughan
El primer equipo del Barça no deja indiferente a nadie. Hablamos de un grupo desmedido, desmelenado y divertido que tiene duende, un ángel de difícil explicación y que está encandilando a toda Europa.
Se trata de un conjunto (y creo que en eso estaríamos casi todos de acuerdo) ecléctico, que, igual que es capaz de empezar el campeonato como un ciclón devastador, puede también entrar, y de hecho lo hizo, en una fase de desorientación que le lleve a una pérdida de puntos de plusmarca y que no se había dado en los últimos 60 años.
Esta locura, del todo inexplicable, parece juguetear con el presente, y tras la borrasca, estos chicos, contestatarios e insolentes, son capaces de superarse de nuevo y entrar caprichosamente en otra fase que cuente los partidos por goleadas, y lo consiguen por muchas fechorías que inventen unos seres vestidos de amarillo “piolín” sobre el verde, árbitros que parecen deambular por el terreno de juego observándolos y analizando su crecimiento de manera inquietante, inquisitoria y hasta amenazante.
De todo lo que está sucediendo querría destacar un aspecto nuevo que se me antoja del todo singular: No estamos ante el juego excelso y metódico del “Dream Team” que acuñó el gran Johan Cruyff, tampoco ante la excelencia y superioridad absoluta de la máquina, casi perfecta, que diseñó Pep Guardiola… No. Estamos ante una proposición de juego del todo diferente, tal vez no tan completa e impecable, pero, con diferencia, resulta la más divertida.
Diversión, pura y enloquecida diversión es la propuesta que nos platea hoy un técnico alemán encarnado en Mesías. Diversión como forma de gustar y de aspirar a ganar. Porque sí, jugar bien y divertido está muy bien, pero no olvidemos que el Barça, y más sin un duro, necesita alimentar las arcas con victorias.
De momento tenemos algo único, un atributo propio de los niños: La ilusión, eso que, por ejemplo, el City ha perdido y sin lo que no se puede aspirar a nada, y es que un niño básicamente es eso, ilusión, como cuando le anuncias que lo llevarás a Montjuic el domingo, y sabes que irá a la cama, excitado, toda la semana con la camiseta blaugrana puesta, o cuando subes al auto ya el día de partido para ir hacia Barcelona y, al poco de arrancar, ya pregunta:
¿Falta mucho? Eso hacen los niños, esos seres grandiosos de mirada infinita. Y es que los niños, ante un problema, siempre encuentran soluciones, a diferencias de sus mayores, que, a las soluciones, se entestan en encontrarles problemas.
Chicos, no crezcáis nunca.
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