Solo pido que se respete al hincha

La Bundesliga volvió a puerta cerrada

La Bundesliga volvió a puerta cerrada / sport

César L. Menotti

César L. Menotti

No sé qué me pasa, pero no pude ver completo ninguno de los partidos de la Bundesliga del pasado fin de semana. Vi el partido del Borussia hasta el primer gol de Haaland. Después, apagué la televisión. No tengo ninguna capacidad para hacer un análisis en el fútbol que no parta de la condición de hincha. Y como hincha,  ver un partido sin público en las tribunas me dio una tristeza inmensa. Me preocupa que el fútbol dé la espalda a la gente. Que se aprovechen de esta situación para continuar avasallando sus derechos como hinchas y se siga desvirtuando esta relación fundamental entre los futbolistas y el público. Ya bastante daño le está haciendo el negocio. 

Sigo viviendo el fútbol como hincha. Y soy tan hincha que cuando fui entrenador de la selección argentina y fuimos campeones del mundo en 1978 me disfracé, me subí con el profe Rogelio Poncini a una camioneta y mientras los jugadores celebraban en el vestuario, nos fuimos hasta el Obelisco a dar la vuelta olímpica. Hasta que alguien me reconoció y nos volvimos al Monumental, a reencontrarnos con los jugadores. Quería vivir la experiencia de ser campeón del mundo como lo que era, un aficionado

Por supuesto que razono que el fútbol no podría volver de otra forma que no sea sin público, dadas condiciones. Y también comprendo las necesidades económicas. Pero me parece casi una falta de respeto a los jugadores y a la gente que quieran poner muñecos en las tribunas. Los jugadores no son tontos y la gente tampoco. Todos sabemos que el fútbol no es lo mismo sin la relación entre el hincha en la tribuna y el futbolista. Es absurdo que algunos periodistas comenten que algunos clubes ponen muñecos en la tribuna para que los futbolistas no se sientan tan solos. No hay nada más horrible que un estadio en silencio. 

Aun así, me puse a ver el partido del Borussia. Y sentí tristeza cuando Haaland marca el gol y se queda casi inmóvil, celebrándolo a cuatro metros de sus compañeros. No lo pude aguantar y lo saqué. Después, puse el final para ver el resultado. 

Quiero creer, y tengo la esperanza de que esto sea pasajero. Porque no tengo ganas de ver partidos sin público en las tribunas. Quizá vea alguno cuando jueguen los grandes equipos de la Liga, la Premier o la Serie A.

Si me pongo en la posición de entrenador o de futbolista, no es lo mismo jugar sin gente que con gente. Nos motivamos de otra manera. Necesitamos al público incluso para que apruebe o desapruebe nuestra actuación. La cancha tiene una música reconocible. Casi podría decir que si cierro los ojos y escucho el sonido puedo distinguir cuál es la cancha de Rosario Central entre el ruido de todas las otras canchas. Y si también cierras los ojos y escuchas a la gente, su murmullo, sabríamos qué equipo está jugando mejor que el otro. 

Viví dentro de una cancha de fútbol 50 años en los mejores escenarios del mundo. El recuerdo es imborrable. Como entrenador también es reconocible la aprobación o la desaprobación del público. Si juegas ante  50.000 personas que te insultan o te aprueban,  creánme que te tiemblan las piernas. 

Cuando me siento a ver un partido en la televisión -como los de la Bundesliga del último fin de semana-, extraño todo lo que significa la relación del fútbol con el público y con los futbolistas. La gente peregrinando hacia el estadio con su familia, las tribunas pobladas, los cánticos, las banderas, la expectativa que genera la salida de los equipos a la cancha. Pueden ausentarse los periodistas y los cámaras, pero nunca el público. 

Recuerdo el día que tuvimos que jugar con el Athletic de Bilbao, un año después de la lesión de Goikoetxea a Maradona. Siempre respeté mucho a los vascos. Y llegábamos a la cancha y esperábamos una reprobación. Dentro del campo fue otra cosa, un partido muy disputado. Pero había un silencio mortal . Era como si no existiéramos. 

Alguna vez también debatimos  dentro del vestuario del Barcelona porque los hinchas nos reclamaban que reiniciábamos la jugada haciendo pases hacia atrás, y el público, impaciente,  lo reprobaba. Después acabaron entendiéndolo. Pero a veces necesitas hasta esos murmullos de reprobación. 

Prefiero siempre al público en la cancha que al silencio. Lamentablemente en Argentina hemos vivido algunos partidos en estas condicione por la violencia. Incluso los clásicos se juegan sin hinchas visitantes y realmente es un drama, un paso atrás de nuestro fútbol. Cuando los hinchas puedan volver a la cancha, volveré. No sé dónde, pero  quiero vivir con la gente la fiesta de regresar a un estadio para  ver un partido de fútbol en directo. Ese será el verdadero regreso del fútbol que conocimos.