La soledad de Suárez

Luis Suárez desaprovechó varias ocasiones ante el Inter

Luis Suárez desaprovechó varias ocasiones ante el Inter / AFP

Xavi Torres

Xavi Torres

Once del Barça para el Wanda: Ter Stegen; Semedo, Piqué, Umtiti, Alba; Sergio, Roberto, Arthur, Vidal; Messi y Suárez. Sin Coutinho, todavía renqueante, y con las dudas sobre Dembélé, de nuevo el 4-4-2 con el que tan a gusto se siente el entrenador del Barcelona. Todo normal. Todo a punto para desarrollar los mecanismos habituales en un estadio muy complicado.

Final del partido. 1 a 1. Resultado positivo para el Barcelona si se tiene en cuenta que el gol inicial de Diego Costa llegó a los 77 minutos, sin apenas tiempo para la reacción, y que la diana del empate se dio en el último minuto del partido.

Sin embargo, todo lo que sucedió entre el primer y el segundo párrafo obliga al análisis. El Barça solo chutó cinco veces contra Oblak, sólo dos entre palos (una falta de Messi y el gol, de Dembélé), y también solamente en dos ocasiones tras una jugada. Los otros tres lanzamientos llegaron tras otras tres faltas directas botadas sin acierto por Messi.

¿El 4-4-2? No. La puesta en escena. Alfio Basile, 40 años en los banquillos, dijo una vez que él, antes de empezar los partidos, siempre colocaba a los jugadores a la perfección en la pizarra. El problema llegaba cuando empezaba el juego y los futbolistas se movían. Pues eso. Más allá de comportamientos individuales, la realidad demuestra cada día que los futbolistas fichados necesitan todavía mucho recorrido para saber interpretar lo que sucede, en clave Barça, en el terreno de juego. Y, seguramente también, muchísima pizarra. Porque, un día más, lo que hay que conseguir es que Leo Messi se sienta cómodo sobre el césped. Y el sábado pasado, Messi no fue Messi. Y, automáticamente, el Barça no fue el Barça.

Los de Valverde consiguieron la habitual posesión de balón a base de darle amplitud al juego con tres futbolistas académicos –Sergio, Sergi Roberto y Arthur- más la superioridad que genera Messi, siempre por dentro y siempre cerca de los medios. Sin embargo, tener la pelota sin profundidad no sirve para nada. Es el tiki-taka inútil. Y esa profundidad, en el Barça, la provocan los laterales y la segunda línea. Pero ni una cosa ni la otra. Con Alba, intencionadamente tapado, y Semedo, con el freno de mano puesto, no hubo laterales. Y con Vidal, corriendo en ataque sin sentido, nadie atacó con inteligencia los espacios. Consecuencia: Messi solamente tenía un pase hacia delante, a Suárez que, súper-vigilado como delantero único, se convirtió en una isla de desesperación, de correr para no tocar el balón y para no rematar ni una vez a puerta. Cero. Exactamente los mismos chuts que un llegador como Vidal. Alerta. Toca repaso.