'Al Soci no se li pot enganyar'

Sainz en el circuito de Imola

Sainz en el circuito de Imola / AFP

Josep Lluís Merlos

Josep Lluís Merlos

Mil. ¿Y por qué mil y no 4.500, 14.621 o 12? O los 6.000 que vieron la corrida de toros del pasado domingo en Madrid, los 2.500 espectadores que hubo en el Jarama el mes pasado para presenciar el campeonato de España de camiones, o los aficionados que acudieron sin limitaciones este domingo al moto-cross de Talavera de la Reina. Porque aquí manda el Procicat “qual piuma al vento” y quieren que se note. El que decide que mil sea el número máximo de asistentes a un evento deportivo al aire libre. Como vimos en el Godó o el pasado fin de semana en la semifinal de la Champions femenina en el Johan Cruyff, o como sucederá en el Circuit con la F1.

Mil. Un número que no tiene en cuenta las dimensiones de los escenarios y que iguala y homogeniza los aforos permitidos ignorando que en el coso de Montmeló, por ejemplo, cabrían varios centenares como el de Las Ventas o como el campo de la Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí; algunos más como la pista central del RCT Barcelona; o incluso diversas réplicas del trazado de San Sebastián de los Reyes o de la pista del Cerro Negro.

Todo a mil, como si fuera el eslogan de un bazar de baratijas. Aquí lo que importa es el titular.

Mil. Esa cifra que han decidido quienes ahora (lógicamente) fiscalizan el asado en Can Messi. Ya saben, por aquello de que “los personajes con dimensión pública han de dar ejemplo” y tal. Pero son los mismos que, curiosamente, el año pasado omitieron cruzar el paddock del Circuit para no tener que cumplir con el PCR al que obliga Liberty Media y el protocolo sanitario de la F1 (y que ninguno de los que estamos aquí podemos -ni debemos- sortear… aun pagándolo de nuestro bolsillo). Eso sí: los mismos que tuvieron la sagacidad de encontrar un decorado alternativo anexo a la pista, donde se veía un monoplaza de refilón y una curva de soslayo, con la distancia suficiente para eludir el engorro del palito nasal pero la justa para la imprescindible fotografía que satisficiera sus afanes y justificara su cargo. Aunque sea republicano: mi reino por un click. Afortunadamente alguna protagonista de tan necesario y ufano posado ya no forma parte del elenco artístico al que le surgió un inusitado fervor por el motor en un lugar que no había pisado antes.

Nada que ver con la pasión incuestionable que atesoran los Socis del Circuit, cuyo amor por el motor está demostrado, contra viento y marea, gestores incompetentes y anulaciones pandémicas al margen. Hay que celebrar que, al menos mil de ellos, puedan estar este domingo en el Circuit, oliendo y disfrutando de la melodía motorizada. Nadie mejor (y los sufridos y abnegados controles de pista) para gozar de tal privilegio. Y es que, como dijo aquel: “Al soci no se li pot enganyar”. Ni es bonito hacerlo.

Pero la decisión se podía haber tomado con menor apresuramiento, y comunicarla de una forma no tan chapucera, aunque sea el estilo habitual del Procicat. El Gran Premio del apremio. Menos mal que la adjudicación por plazas ante notario disipa cualquier intromisión por parte de figurantes encorbatados y otros tifosi de nuevo cuño.