Sobra demagogia y faltan soluciones sensatas

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Jordi Cruyff

Jordi Cruyff

Observo demasiada demagogia y pocos planteamientos serios en torno a las medidas salariales de los clubes de fútbol. Tiene lógica que todo el mundo espere un gesto de los futbolistas por su condición de ídolos del deporte rey. Pero no es de recibo que se dude de su voluntad de ayudar en esta situación excepcional.

En lugar de perdernos en generalizaciones, invitaría a la gente a diferenciar. No todo el mundo tiene un contrato de estrella, por lo que un recorte del 70% puede suponer, por ejemplo, un gran perjuicio para un jugador con ficha de Segunda División o un profesional de 34 años al que le restan tres meses de contrato.

Tampoco debemos medir a todos los clubes por el mismo patrón. Todos reciben ingresos de taquilla y derechos televisivos, pero los grandes como el Barça, el Manchester United o el Real Madrid, tienen más frentes de dependencia financiera como merchandising, museos y tiendas, totalmente anulados en plena crisis del coronavirus.

Algo que les obliga, tarde o temprano, a un reajuste de mayor proporción que los clubes más pequeños, para los que la ecuación es más sencilla por depender prácticamente de unos derechos televisivos que podrían reactivarse si se reanuda la competición.

Calculos razonables

Ahora corresponde hacer cálculos razonables y no lecturas apocalípticas sobre un futuro que desconocemos. Y eso necesariamente requiere soluciones cortoplacistas hasta que veamos el final de esta pandemia. Nadie puede dar por sentado que el fútbol no volverá a ser como antes. ¿Acaso no veremos de nuevo a tres o cuatro clubes peleándose por un crack mundial que luego daría impulso a su merchandising?

No tiene sentido que los clubes se aprovechen de esta incertidumbre con el único propósito de mantener a raya sus beneficios. Mucho se ha elogiado en los últimos años la bonanza de los clubes de la Premier por su reparto colectivo de derechos televisivos, por eso dudamos de las verdaderas intenciones de los despidos o recortes que algunos se están planteando. Es el caso del Liverpool, que ha dejado en la calle a parte de sus trabajadores semanas después de anunciar un beneficio anual de 47 millones de euros.  

Entiendo que los jugadores de la Liga inglesa no vean razonable el recorte salarial del 30% durante un año que propone la Premier, porque supondría un ‘sacrificio’ de 230 millones de euros en impuestos para las arcas públicas.

Solidarios con el mundo médico

Si les dan a elegir, preferirán ser directamente solidarios con el mundo médico en lugar de ayudar a maquillar las cuentas de sus patronos. Y más cuando algunos clubes como Liverpool, Tottenham o Newcastle (celebro que el Manchester City lo haya descartado) están valiéndose del bolsillo del contribuyente para cubrir el 80% de los salarios de los empleados despedidos. Es la pescadilla que se muerde la cola.

A estas alturas no hay duda de que todo el mundo del fútbol está aceptando perder, pero hace falta un ejercicio de transparencia, que el jugador sea noble con el club y viceversa. No es una cuestión de tener ganancias a toda costa, simplemente de evitar pérdidas, como cualquier empresa que se precie.

Lo que no procede es escuchar lecciones de un ministro de Sanidad británico pidiendo sacrificios salariales a los futbolistas, como si tuviera tiempo para opinar de otros asuntos que no sea la crisis sanitaria de su país. Sobran mensajes populistas y faltan soluciones sensatas.