Silencio y mal humor

Casemiro, en la pugna de un balón con Suárez

Casemiro, en la pugna de un balón con Suárez / EFE

Carles Sans

Carles Sans

Después del partido que he visto y del pobrísimo juego exhibido por el Barça sería tentador y facilísimo sacar un artículo demoledor. He pensado que tal vez sería más ilustrativo si en lugar de escribir mis impresiones simplemente transcribo lo oído durante el partido de aquellos con quienes lo he visto.  Son culés anónimos, que estaban, al igual que yo, deseosos de ver un Barça arrollador frente a un Madrid en clara inferioridad.

En los primeros compases el Barça comenzó a mover el balón a su manera y el Real Madrid lo perseguía sin poder alcanzarlo; pero esto fue un espejismo, porque al poco, el Real Madrid se adueñó del balón y a partir de aquí empezaron las lamentaciones de todos los presentes. “Les falta sangre”, decía uno. “No saben qué hacer con la pelota,” añadía el otro. “Están como acojonados”. “¿Pero de qué hablaran en los entrenos?”, se preguntaba uno más: “¿Acaso no habían previsto esta agobiante presión del Madrid?”. Todo parecía pensar que no. “¡Joder con Suárez, no da una!”, gritaba uno mientras se consumía las uñas. “De Jong está como atorado. Se ha ido apagando y no aporta nada”. El Madrid seguía apretando al Barça, el ambiente en la grada y en las casas se tensaba por momentos. Piqué achicaba todo lo que podía, Ter Estegen detenía balones y después los rifaba a base de pases largos que siempre se llevaban los merengues.

“Si llegamos al descanso cero a cero será un milagro”, comentó alguien. Llega el descanso y todos lamentamos la cobardía, la falta de chispa y nervio del equipo. “Como no lo arregle Messi”, se oye por ahí. Se reinicia el partido con la esperanza de que el Barça cambie su actitud. Pero la primera pelota que se pierde frente al área local es del Barça. Por fortuna, al paso de los minutos, el Madrid va bajando la intensidad, y aun y así llega el gol de Bale que hace explotar a todos con maldiciones variadas hacia la madre que parió a todos en general. De pronto alguien grita: “¡LO HA ANULADO!”. Alivio pasajero y más tarde gran desolación por un fallo de Messi que podía haber sido gol. Final del partido. Silencio y mal humor. Nada más.