Setién se salió con la suya con el filial

Quique Setién, en el césped de Balaídos

Quique Setién, en el césped de Balaídos / AFP

L. Miguelsanz

L. Miguelsanz

Mucha polvareda se ha levantado estos días a raíz de la decisión salomónica de impedir que Riqui Puig, Fati y Araujo reforzasen al filial para subir a Segunda División. Hay tantas razones válidas para los que secundan la decisión como para los que consideran que es un error estratégico del club. Y, sin duda, como cualquier cosa que pasa en el Barça en estos últimos meses, es una magnífica oportunidad para criticar aunque los canteranos hubiesen viajado con el B.

La realidad es que el Barça llevaba muchísimos años sin apostar por futbolistas formados en la casa y estos tres futbolistas han entrado en dinámica de primer equipo por méritos propios. A Setién se le pueden criticar muchas cosas, pero ha sido valiente en una apuesta arriesgada que está dando frutos y que puede ser una semilla vital para el Barça de futuro. El técnico entiende que el fútbol formativo está para nutrir de jugadores al primer equipo. Y eso está por encima de títulos o ascensos. En la situación en la que se encuentra el Barça, con una plantilla extremadamente corta, con lesiones y sanciones, el preservar a estos futbolistas por interés del primer equipo tiene sentido a pesar de que duela.

No hay duda de que García Pimienta está realizando una temporada encomiable y que estos tres refuerzos hubiesen ayudado para tener más opciones de un ascenso deseado para el club, pero el Barça invierte muchísimo dinero en la base para que estos futbolistas lleguen al rol que han adquirido Fati, Riqui y Araujo. De aquí al partido de Nápoles queda mucho, pero evitar riesgos no es un crimen. Finalmente, Araujo ha ido porque Lenglet no está lesionado y sus opciones de jugar Champions serán mínimas. Coherencia, aunque disguste.