Sergio Ramos, licencia para...

Sergio Ramos volvió a ser protagonista de una polémica acción

Sergio Ramos volvió a ser protagonista de una polémica acción / AFP

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

No sé que me fascina más, de verdad. Si ver como Luis Enrique ha terminado claudicando y convocando a Jordi Alba y, además, diciendo que quiere ser como él (“aunque soy más alto”). Si comprobar que el jugador del mes de octubre (y mitad de noviembre), sí, sí, el goleador del Espanyol, Borja Iglesias, no va a la selección. Si seguir riéndome porque Madrid, ya no tan solo el Real Madrid, ha convertido ya a Vinicius Júnior en Neymar o CR7, tras disparar al córner y ser gol o las tres carreritas en Pilsen. Si llorar por ver, una vez más, como Madrid (y ya no solo el Real Madrid, que sigue en silencio) intenta justificar y defender al jugador más tarjeteado (y expulsado) de la historia, el capitán Sergio Ramos, que sigue enviando gente al hospital. Comprobar cómo, dos (¿tres?) semanas después de rumorear su despido, aquellos que señalaban a Ernesto Valverde como culpable, lo han convertido en un mago por la gestión que ha hecho de la ausencia de Leo Messi. Y él Valverde, digo, que se parte de risa cuando apaga cada día la luz de su mesita de noche, no por lo hecho sino por cómo cambia de opinión la gente sin sentir rubor alguno. O, sencillamente, la ilusión que me hace sentarme esta noche ante el televisor y ver el escalofriante Boca-River.

Lo del seleccionador (gracioso él) y Alba es para nota. Porque, amigo, si no lo convocas, no lo convocas, ¡y olé tus narices!, pero el lateral azulgrana estaba tan en forma, tan bien y era tan eficaz hace dos, tres, cuatro o cinco semanas (cuando no lo llamabas) que ayer. Por lo tanto, señor Luis Enrique, como usted sigue sin explicar (y hace bien, o no) sus decisiones, qué menos que digamos que su cambio de criterio demuestra que sus motivos eran personales y que, dado el ruido (aunque a usted eso del ruido le trae sin cuidado ¿no?, pues veo que no), ha terminado aceptando que no podía continuar convirtiendo un asunto personal en un error profesional. Sin explicarlo.

Sé que está Hermoso, otro lujo blanquiazul (perdón, blanco), pero, la verdad, para convocar a Morata (de nuevo), yo creo que Luis Enrique debía haberse atrevido a llamar al gigante barbudo ‘perico’, pues difícilmente se le presentará (al chaval, digo) una oportunidad más redonda para ir a la Roja que este magnífico, brillante, atrevido, goleador y fructífero inicio de temporada del Espanyol, que continúa llamando la atención pues no es que lo esté haciendo bien ¡es que va segundo! y espérate. Insisto, el detallazo de ‘Lucho’ con Hermoso, sombrerazo, pero el goleador también debió ser convocado. Alguien debía de escribirlo.

Con lo de Vinicius, en serio, el Real Madrid y la central lechera debería ir con algo más de cuidado. Es evidente y así lo hizo saber Julen Lopetegui, que si hubiera seguido el exseleccionador de técnico, el muchacho brasileño lo hubiese tenido fatal. Generado el cerocerismo goleador, aparecido Solari, la mejor manera de contentar al ‘ser superior’ es alineando a su mayor inversión de los últimos años. Y está bien destacarlo, pero está mal convertirlo en el mesías por dos gestos. Tiempo tendrán de adorarlo, pero no vayan tan deprisa, por favor, porque, a los demás, nos entra la risa.

Y hablando de risas, el comportamiento de Sergio Ramos es casi para llorar. No habló, no, de que con su codazo Loris Karius, el portero del Liverpool, decidió la final de la Champions, pero, desde luego, el miércoles le abrió la nariz a Milan Havel y, como va vestido de blanco (perdón, del Real Madrid) ¡ni siquiera fue falta!, lo que no impidió que medio mundo (perdón, el mundo entero, pues yo vi telediarios de un montón de países que lo ponían a caer de un burro) criticase su manera, tal vez, no sé, de sobrevivir a su falta ya de físico, remando con sus codos y partiéndole la nariz a más de uno. Eso sí, Luis Enrique dijo que le encantaba su carácter. No me extraña, no.

Sobre el ridículo protagonizado por muchos de mis colegas, chicos y chicas, que de todo hay, al pedir (o casi) la cabeza de Valverde, solo decir que, al igual que le ocurre a la prensa madrileña con Vinicius, haría bien, la próxima vez (que la habrá) esperar un poquito pues cuando pretendieron que el Barça se cargase al ‘Txingurri’, su equipo ya era líder de todo.

Y de la final de la Copa Libertadores, háganme caso, sé que lo harán (no porque se lo diga yo, sino por usted sabe de fútbol), no se la pierdan. Es otro juego, otro ambiente, es, casi, casi, el fútbol original, el de las chapas como balón y las jardineras de los árboles como porterías (el diccionario le llama alcorque).