Sin Sergio Busquets se nos cae el invento

Sergio Busquets, durante el partido del Barça contra el Cádiz

Sergio Busquets, durante el partido del Barça contra el Cádiz / AFP

Bojan Krkic

Bojan Krkic

Cuando Sergio Busquets llega al Barça procedente del Jàbac, siendo juvenil, lo hace para jugar de delantero centro. Me acordé de ello el otro día, viendo la final de la Copa del Rey. Le vi hacer cosas durante el primer tiempo que me recordaron a esa etapa. Se hartó de hacer movimientos sin balón que son habituales en un delantero o un interior, posición que también ejerció en el fútbol base del Barça. Sirva esta introducción para explicar que muy pocos futbolistas entienden el juego como lo hace Sergio, un genio interpretando el fútbol. Y sirva también para reivindicar la figura y trascendencia de un jugador clave en el Barça durante los últimos doce años. 

Cuando hablamos de alguien con perfil Barça habría que ponerle siempre de ejemplo porque se hace difícil imaginarle en un sitio que no sea el Camp Nou y con la camiseta blaugrana. Es obvio que con el talento que tiene podría jugar en muchos otros grandes clubs, tanto como que es aquí donde su rendimiento alcanza cotas inalcanzables para otros.

La prueba es que el equipo ha vuelto a mostrar sus mejores galas cuando Sergio ha recuperado su mejor nivel. Sin la versión que ha ofrecido durante toda su carrera el juego se convirtió en algo romo y no fluía. No es el único factor que explica las buenas sensaciones de los últimos partidos, pero sí es uno de los más importantes. Parafraseando a Tito Vilanova cuando elogió el papel de Piqué en el equipo, sin Sergio Busquets se nos cae el invento.

De la misma forma que Gerard es un futbolista sin el que no puede entenderse la última década y que tampoco tiene recambio, el de Badia es la solución a muchos males. De Jong y Pedri, que están haciendo una temporada excelente, no podrían estar a ese nivel sin tener a su lado a Sergio. Experiencia, colocación, técnica, interpretación del juego, táctica...

Lo tiene todo sin tener un físico exuberante como puede tener Casemiro (por cierto, fan declarado de Busquets). Porque eso es lo que se le pide a un centrocampista del Barça y es obligatorio, desde ya, empezar a pensar qué pasará cuando no esté. El ejemplo de Dani Alves, para quien aún no se ha encontrado un relevo que ofrezca las mismas prestaciones, debe servir para planificar el futuro sin que la transición sea traumática. Ya sea firmando alguien de fuera o, lo que sería recomendable, formando a quien pueda ejercer su rol llegando desde la cantera. Busi se ha comido a todos quienes han intentado hacerle sombra porque es el mejor, pero nadie es eterno.

Sergi Roberto, un ejemplo de humildad

Jugar 300 partidos oficiales con la camiseta del primer equipo del Barça es una auténtica barbaridad. Alcanzar esa cifra no es nada sencillo porque la exigencia es máxima y el nivel competitivo es enorme. Sergi Roberto lo ha conseguido y es necesario felicitarle y pararse a reflexionar sobre ello. El canterano llegó siendo un niño al club y ahora está más que consolidado en la primera plantilla.

De hecho, se ha convertido por méritos propios en una de las referencias para cualquiera de los muchos futbolistas que nutren el fútbol base y que sueñan con alcanzar un día el Camp Nou. No es solo que lograra marcar uno de los goles más especiales de la historia del club, el que culminó la remontada ante el PSG en la Champions, sino que ha sabido reinventarse en una posición a la que no estaba acostumbrado, lejos del centro del campo y echando mano de una humildad ejemplar. Su rol en el equipo es imprescindible y por eso ha alcanzado los 300 partidos. ¡Muchas felicidades, Sergi!