Opinión
Ser el primero

Marc Casadó, desatado en Canaletas / X
Siempre hay un primero en algo y serlo deja al segundo, tercero o cuarto en un papel menor, menos relevante. La grandeza del primero imprime un valor diferencial a la gesta, sea Edmund Hillary, conquistando el Everest, o Neil Amstrong, el primer ser humano que (según los americanos, yo aún lo pongo en duda) pisó la luna. Quizás hubo otros, pero en ambos casos las imágenes y las noticias en los medios de comunicación son las que atestiguan que fueron ellos.
Marc Casadó pasará a la historia por hacer lo que muchos otros renombrados jugadores del Barça (al menos en color) podrían haber hecho, pero no hicieron: después de un título irse a Canaletes a celebrarlo. Tan simple, tan significativo, tan notorio, tan representativo. No creo que Marc sea más culé que Puyi o Piqué, ambos icónicos para el barcelonismo, pero su gesto habla mucho de una forma de ser, más aún, de querer ser.
Los deportistas en general, los futbolistas los que más, se han alejado de la realidad, se han puesto (o más bien, su entorno les ha puesto) un caparazón que actúa de coraza frente al mundo, para que vivan como deidades, lejos del resto del planeta. Bajadas de autocares hacia hoteles o estadios con multitud de vallas y 'gorilas' que garantizan la protección de los protagonistas, que preconizan su llegada cual desfile de moda, mostrando esas mochilas de nuevo rico y todos sus complementos de las marcas del lujo del paseo Gracia.
En eso, también Casadó decidió ser distinto, en una entrevista mencionaba que no necesita ese tipo de producto ostentoso, aunque no lo recrimina a sus compañeros. Quien visitó las ramblas fue Marc, pero en este grupo podría haberlo hecho más de uno, me imagino a Fermín o a Gavi, por poner dos ejemplos más. Ser muy, pero muy del Barça ha hecho que este grupo compita como lo hace, hoy casi nadie, en el fútbol profesional, compite con el equipo que venera; todos los equipos quieren ganar, pero no lo hacen a tumba abierta con los principios y valores que les han inculcado desde pequeños, en su segunda casa, y eso marca la diferencia (obviamente, si no eres bueno, eso no da para nada más que competir).
Hay otro aspecto diferencial en este grupo, el compañerismo, la aventura en bicicleta (añádanle su valor a este hecho también) de cuatro amigos para compartir el título de liga con un compañero que está ingresado en el hospital explica muchas cosas positivas de todos ellos. Después vino la rúa, la primera para muchos de ellos, que nos deja la sensación de la conexión del equipo con la afición, que inundó la ciudad, para agradecerles como han jugado, viéndoles competir con ese ímpetu y esa voluntad de hacer al Barça actual un equipo que puede ser recordado.
Siempre hay un lado negativo en todo, la comunicación, los discursos, son la base de toda relación. Entre el equipo y la afición debe existir comunicación, por ende, han faltado las palabras.
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