Señoras y señores, el VAR

Lenglet y Pere Pons en el suelo tras la polémica jugada

Lenglet y Pere Pons en el suelo tras la polémica jugada / sport

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Haríamos bien, en cualquier caso, es decir, cuando hablemos del Barça, del Real Madrid, que el sábado pudo, perfectamente, repito, perfectamente, dejarse algún punto ante este divertido, atrevido y futurista Espanyol, o el Manchester City, que trata de sobrevivir sin su mejor futbolista, o el mismísimo PSG, que no hay sustitutos de los jugadores titulares, de las estrellas y, por tanto, cuando se producen, por la necesidad que sea, nunca, jamás, será lo mismo. Acumuladas las fechas, acumulados los partidos y, sobre todo, por pura lógica, los entrenadores, no solo tiene la necesidad de dar cancha a otros jugadores sino que tiene la obligación de saber, de probar, de experimentar, de salir de dudas y averiguar si tiene o no tiene fondo de armario. Pero, insisto, eso lo saben los grandes entrenadores sin que se juegue, sin necesidad de verlos en el campo.

Y, en ese sentido, Ernesto Valverde sabe (como todos los barcelonistas) que tiene ya un equipo titular, que todo el mundo se sabe ya de memoria. Y, por tanto, lo que ocurrió anoche formaba parte del guión. Incluso, sí, no nos engañemos (o no empecemos a engañarnos), si el árbitro, perdón, perdón, el VAR, decidiese que Lenglet merecía la expulsión. Yo creo que no era expulsión, ni mucho menos (hasta Pons le pidió disculpas al barcelonista), pero el videoarbitraje no solo ha implantado la justicia, dicen, sino que hasta anula las protestas. Cero pitos. O casi, pero no era roja directa, no.

Y, a partir de ahí, en un fútbol moderno, en una Liga donde todo el mundo es cada vez más profesional, hay mejores entrenadores, más método, más estrategia, mejores futbolistas, jugar con un hombre menos es un lastre excesivo, insisto, aun siendo el Barça, aun siendo el Girona, aun quedando casi una hora de juego. Si no es fácil ganar cualquier partido, contra once, menos sencillo es ganar con diez. Y el Barça mereció la victoria, pero acabó empatando un partido que le hubiese mantenido más arriba que nadie (sigue arriba, pero con más gente) y, sobre todo, le hubiera permitido llegar a los encuentros más complicados (perdón, todos lo son) con cierto margen de error.

Llevamos pocas semanas de competición, hemos visto ya de todo y, sobre todo, todos tenemos la sensación de que los grandes favoritos lo siguen siendo pero todos tienen muchísimas cosas que mejorar. El Barça, por ejemplo, esos fallos defensivos que le impide ser un equipo más fiable o esa falta de fluidez en el centro del campo o, sobre todo, que la segunda línea, los futbolistas que le han de permitir llegar entero, favorito, al mes de mayo y junio, sean realmente efectivos, ya no digo geniales.

“No creo que haya sido una agresión, ni de lejos, más bien al revés, pero bueno”. Para Valverde tampoco fue expulsión y, en ese sentido, me refiero al análisis de este arranque de temporada, lo primero que debemos hacer, todos, es saber que esta campaña no tendrá nada que ver con la precedente, entre otras razones porque la intervención del VAR, para bien, para mal, justo o injusto, va a ser, sino decisivo, como poco capaz de alterar, como ocurrió anoche, el diseño del partido, el resultado final.

Eso sí, en la nueva trasparencia que parece existir en la Federación e, incluso, en el arbitraje, me encantaría que, en la próxima conferencia de prensa del responsable del VAR diga, por ejemplo, las acciones en las que se equivocaron. Por ejemplo, esta expulsión de Lenglet, que jamás tuvo intención de agredir.