Un segundo para Leo

Beckham quiere fichar a Messi

Beckham quiere fichar a Messi / EFE

Xavi Torres

Xavi Torres

Por qué el Barcelona fue tan gris en Anoeta? ¿Por qué Leo apenas apareció? Seguramente, la respuesta a la primera pregunta se encuentra implícitamente en la segunda, ya que una cosa suele ser consecuencia de la otra. Sin el ‘10’ activado, el Barça ganó en San Sebastián gracias a Ter Stegen y a Rulli, que estuvo muy desafortunado en los dos goles azulgrana. Tal vez estaríamos de acuerdo en que Valverde y los suyos deberían encontrar una fórmula diferente para intentar solucionar los partidos.

En Anoeta, Garitano enjauló al argentino para que no recibiera el balón. Los medios centro, Illarra y Zubeldia, y los defensas centrales, Aritz y Moreno, juntaron líneas para eliminar el espacio en que habitualmente Messi se siente cómodo. Por tanto, de entrada, Leo no recibió muchos balones y, de salida, cuando le llegaron, no lo hicieron en las mejores condiciones. La cuestión es que hasta el minuto 17 no entró en juego, que en toda la primera parte no pisó el área rival, que no chutó hasta la hora de partido y que ningún compañero pudo aprovecharse de su descomunal talento. Ni siquiera su habitual movilidad le dio libertad para salir de la mediocridad general. Pero, ¿es que el plan donostiarra fue especial por innovador? Pues no, pero sucede que en el fútbol no todo es tan simple como pueda parecer. Y entre las variables que condicionan los rendimientos escogemos hoy la de los compañeros que te ayudan a ser mejor. Porque el éxito o el fracaso, en el fútbol, dependen de un solo segundo.

El Barça jugó en Anoeta con Rakitic de medio centro y con Roberto y Rafinha, como interiores. El croata, el único titular habitual en el centro del campo, jugó en una demarcación diferente y, en ese escenario, decidió evitar el riesgo. O sea, con el objetivo de no perder balones sobrevivió con pases horizontales que evitasen las contras donostiarras. Comportamiento normal de un no especialista. A modo de ejemplo, pase de Rakitic a Rafinha, éste a Dembélé y, finalmente, balón a Messi. Esos cinco segundos de circulación del balón dieron vida al sistema defensivo de la Real. Veamos lo que sucede con Sergio, doctor honoris causa en la demarcación. Como consecuencia de su dominio del oficio, su primer pensamiento es conectar siempre con Messi, opción que ahorra cuatro segundos a cada jugada que le sirven al 10 para desplegar su magia sin que la vigilancia esté preparada. Es evidente de que Sergio no puede jugarlo todo. Y, también, que cualquiera de sus sustitutos no iguala sus registros pero sea cual sea la solución lo que hay que pensar es que el hábitat de Messi no se vea tan alterado como para convertirlo en humano.