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El Liverpool celebró con su afición su sexta Copa de Europa

El Liverpool celebró con su afición su sexta Copa de Europa / AFP

Xavi Torres

Xavi Torres

Pasó, pasa y seguro que seguirá pasando: los triunfos marcan tendencia. Como consecuencia, aquellas personas que no tienen convicciones firmes suelen sufrir crisis de identidad. Si se representan solamente a sí mismas, no pasa nada. Les dolerá la barriga 24 horas, discutirán con algún amigo y sus angustias finalizarán con el inicio de la nueva temporada. Si, en cambio, tienen el poder en sus manos para dirigir el futuro de un colectivo, por ejemplo un club de fútbol, alerta máxima.

Acontece que, de repente, la confusión lidera el proceso de toma de decisiones. La corriente de la historia te lleva en dirección contraria a la tendencia del momento. Pongamos como ejemplo que tu club ha sido deportivamente segundón hasta que la convicción por una idea basada en el talento y la inteligencia, y la ejecución de la misma, te convirtió en la referencia mundial. ¡Y no un año, sino tres décadas! Sin embargo, tu ego te hace ignorante y acaba por convencerte de que la incorporación de matices físicos mejorará el método. Y allá vas. En vez de evolucionar desde la técnica y la táctica decides progresar desde el músculo. Es más sencillo. Suele ocurrir ante la ausencia de conocimiento. Y suele pasar, también, que la mediocridad siempre ataca en manada. Y ahí están, juntos, el que decide pero no sabe; el que asesora y es el tuerto en el país de los ciegos; y el vocero que trata de convencer con palabras vacías de contenido. Y convence, que nadie se lleve a engaño. Eso sí, la historia los acaba poniendo a todos en su sitio.

El Liverpool es el campeón de Europa porque, a pesar de jugar una final horrorosa, tiene un plan bien pensado y, habitualmente, bien desarrollado. Jürgen Klopp ha demostrado ser muy buen entrenador, tanto en el Mainz como en el Borussia Dortmund y en el Liverpool. Ha ido creciendo en su idea, perdiendo ligas y finales, traspasando jugadores prescindibles y fichando futbolistas que puedan seguirle para, finalmente, abrazar el éxito de la Champions. Un trayecto sin matices y sin complejos. Ahí no jugarían Xavi ni Iniesta, y nadie se rasga las vestiduras por decirlo. Hay que correr de área a área y, claro, se necesitan atletas capaces.

En el Barça cruyffista no cabrían Fabinho, Wijnaldum y Henderson, el centro del campo del Liverpool campeón. Sin embargo, en el Barça no cruyffista sus ideólogos -entre los que no está Valverde- buscan físico porque son incapaces de mejorar el método del éxito. Y si lo que pretenden es liverpoolizar el Barça hay que ser valiente para explicarlo y, sin complejos, dar las bajas y firmar las altas necesarias. Y la historia dirá. Ahora bien, los planes a medias solo sirven para destruir el presente y, también, el futuro.