Opinión

¿Pueden las secciones seguir siendo profesionales?

El Barça de balonmano tampoco pudo levantar la Champions

El Barça de balonmano tampoco pudo levantar la Champions / EFE

El Barça de balonmano cayó en las semifinales de la Champions contra el Magdeburgo batiendo todos los récords de desgracias: acumuló tres rojas directas y perdió con un gol en el último segundo. La derrota fue traumática para el balonmano, que había conquistado brillantemente el máximo título europeo un año antes, pero fue sobre todo dolorosa para el club, que ve cómo, por primera vez desde el 2018, se queda en blanco en Europa en todas las secciones profesionales.

En balonmano al menos fue competitivo, llegando en el femenino a la final y en el masculino a las semifinales. Algo que no pueden decir el básquet, que se quedó fuera de la final four, el hockey patines, que no llegó ni a cuartos de final, y el fútbol sala, que ni siquiera participó. Sí, en muchas secciones ha reinado cómodamente en las ligas domésticas, pero el presupuesto en muchas de ellas es demasiado alto como para no esperar mejores resultados.

En la temporada 2024/2025, sólo el fútbol (el masculino y el femenino) reportó beneficios, mientras que hubo pérdidas en el hockey patines (-2,8M), en el fútbol sala (-4,1M), en el balonmano (-7,4M), y una auténtica sangría en el baloncesto de más de 20 millones de euros de pérdidas. Y el problema más acuciante no es ni siquiera un déficit anual cada vez más insostenible: lo más grave es que el gasto de las estructuras profesionales es mastodóntico.

Solo entre el básquet y el balonmano suman un coste de personal de casi 40M de euros. La cuestión de fondo no es si las secciones fuera del fútbol podrán algún día tener beneficios (queda claro que no) si no si pueden seguir siendo competitivas.

En el baloncesto, se quiso señalar a Roger Grimau como gran culpable, pero la llegada de Joan Peñarroya, con muchos refuerzos pero sin ningún resultado, ha demostrado que el problema no es del banquillo sino más bien estructural: el baloncesto, más allá de que se puedan hacer las cosas mejor o peor, tiene dificultades cada vez más insalvables para acceder a los mejores jugadores y en consecuencia a los grandes títulos. Algo muy parecido le sucede en el balonmano o el fútbol sala. Quizás haya llegado el momento de abordar un debate demasiadas veces postergado: ¿Puede el Barça ser competitivo en todas las secciones? ¿Lo puede ser en unos años en los que su economía está tensionada al máximo por una deuda de más de 1500 millones en el Espai Barça? Es difícil pensar que pueda estar en la élite del fútbol al mismo tiempo que en otros cuatro deportes, y mientras acomete la inversión más importante de su historia.

Nadie puede negar que el Barça debe ser un club polideportivo, y que esto forma parte de su identidad, pero serlo no puede hipotecar su competitividad en el fútbol. Ya no estamos en los años ochenta y quizás deberíamos analizar si alguna sección debería dejar de ser profesional o admitir entre todos que debe descolgarse de la élite. Es un debate doloroso, pero necesario. Es imprescindible para el club que en las próximas elecciones esta cuestión nuclear se plantee abiertamente, sin las demagogias ni los subterfugios habituales.