Se ven solos

Messi asistió a Busquets en el 2-2 ante el Betis

Messi asistió a Busquets en el 2-2 ante el Betis / AFP

Xavi Torres

Xavi Torres

Betis-Barça. Visto. Un partido de alta exigencia. Es lo que le espera al Barcelona hasta el final de temporada. Rubi, técnico del Betis, buen conocedor de la idea de juego azulgrana, planteó un uno contra uno en todo el campo que estuvo a punto de dar sus frutos. Actitud de 10 de los de Setién. Y dicho esto, prepárense para vivir una temporada memorable de los jugadores del Barcelona para ganar la Liga y/o la Champions en unas circunstancias que serán recordadas por los siglos de los siglos, o dispónganse para un ejercicio en blanco producto de la también ilustre actuación del club para con el vestuario del primer equipo.

Es sencillo. En febrero, el Barça tiene 18 fichas de las cuales dos -Suárez Dembélé- no pueden usarse. A las 16 restantes hay que añadir la de Ansu Fati, jugador juvenil en dinámica Camp Nou. O sea, 17. A estas alturas puede haber una sanción -Piqué ante el Betis, Lenglet ante el Getafe- o un golpe, molestia, lesión o situación ya de por sí especial -Umtiti, por ejemplo- que aconsejen descanso. Vayan restando. Y un partido, y otro, y el siguiente. Dense una vuelta por las plantillas del Liverpool, ManCity, Juventus, Bayern, PSG o Real Madrid, equipos aspirantes a levantar la Liga de Campeones, y vean. Y analicen. ¿Alguien cree que Messi, por muy extraterrestre que sea, va a soportar la máxima exigencia de los 15 partidos de Liga más los siete -siendo optimistas- de Champions que faltan? ¡Imagínense los demás futbolistas, los mortales que, por cierto, cada vez son más!

La ventana de enero ha sido devastadora. Las cuatro bajas no se han repuesto y, además, ha llegado la lesión de Dembélé que traerá, seguro, un jugador nuevo a la plantilla. Veremos su nivel -¡ésta es otra!-. No es que AleñáPérezTodibo Wague fueran muy utilizados pero algunos de ellos, a partir de ahora, podrían haberlo sido porque, como explicábamos antes, a estas alturas de la temporada hay lesiones y sanciones que obligan a las rotaciones. Y todo el mundo lo sabe. Júnior, sin ir más lejos, jugó anteayer ante el Betis. Está claro que el club de los 1.000 millones prioriza ventas miserables antes que cuestiones deportivas. Dirán algunos que ésta puede ser una gran oportunidad para RiquiCollado, Araujo o Peña pero la realidad los desmentirán. No están todavía preparados y solo suben al primer equipo para rellenar la convocatoria. Estar para llenar, no para jugar, y cada fin de semana sin fútbol es un paso atrás en sus progresiones. Y en la del Barça B, como equipo. Sin ellos, el pasado domingo el Estadio Johan Cruyff dejó de ser inexpugnable. Normal. Los jóvenes deben subir para jugar. Si no, que lo hagan en el filial.

¿Hay algo positivo? Tal vez. Los futbolistas del primer equipo se ven solos, abandonados por la política del club y señalados por su Secretario Técnico, Eric Abidal. Ellos -y todos- creían que el Club estaba para ayudar. Se adivina una bunquerización, apretar los dientes y dar el 200% hasta donde lleguen las fuerzas. Y después, veremos. Será interesante escuchar a MessiPiqué y compañía a final de temporada. Hasta entonces, es lo que hay...

10-1

Ganó el Barça la Supercopa tras golear a la Real Sociedad por 10 a 1. Extraordinario comportamiento de las futbolistas azulgrana que dignificaron la competición y respetaron a sus rivales de la única manera que lo hacen las deportistas: rindiendo a su máximo nivel.

El fútbol femenino ha crecido mucho en los últimos tiempos, entre otras cosas, gracias al compromiso de clubes como el Barcelona. Su apuesta es firme y decidida con el objetivo de ponerse rápidamente al nivel de los mejores de Europa y poder competir con ellos por las grandes competiciones. Sin embargo, lo que sucedió el domingo por la mañana en Salamanca destapa algunos de los problemas que ha comportado la citada evolución con una inversión económica a diferentes velocidades.

Toca que Florentino Pérez y el resto de presidentes se pongan las pilas y transformen las palabras en hechos. Toca, por supuesto, que se firme de una vez el convenio colectivo de verdad, no éste tan miserable que se está discutiendo. Toca que las federaciones inviertan lo mismo que en el fútbol masculino y obliguen a la paridad hasta la normalización en escenarios tan necesarios como la dirigencia. Toca que en la base se trabaje con los mismos medios (técnicos, horarios, material, campos...) que con los niños. Toca acabar con el pensamiento austrolopiteico en el mundo del fútbol (y del deporte y la vida, en general).  Toca que los gobiernos hagan leyes para la igualdad en el deporte de una vez por todas. Y tocan tantas cosas más... que da vergüenza pensar que vivimos en el 2020.