Satisfacción en el mundo culé

Rosell, aliviado junto a su esposa

Rosell, aliviado junto a su esposa / EFE

Carles Sans

Carles Sans

Esta es una semana magnífica, de aquellas que te gusta vivir porque todo lo que ha pasado, pasa y pasará en torno al barcelonismo tiene un claro marchamo positivo. Por un lado, mañana el Barça puede cantar el alirón de la Liga, una vez más, aunque sea la competición más complicada. Este año el equipo de Ernesto Valverde se ha impuesto con rotundidad en todos los campos por donde ha pasado. Salvo algunos puntos perdidos con equipos pequeños, con aquellos que debía demostrar quién es el mejor, lo ha hecho sin despertar dudas. Una temporada plácida en la que nos queda disputar la final de la Copa del Rey, una competición que este año a los jugadores en principio no les venía muy en gana disputarla, pero que las circunstancias hicieron que se vieran enfrentados primero al Sevilla y después al Real Madrid, lo que son palabras mayores, y ahí sí que no hubo pereza que valiera. 

Otro motivo por el cual hoy me siento satisfecho es por ver a Sandro Rosell y a su esposa libres de culpa después de pasar un humillante e injusto periodo de dos años en la cárcel. Eso no debe de quedar así; no ya por él, que por supuesto, sino por todos aquellos a los que les pueda haber pasado y que no han sido casos mediáticos, que seguro que los ha habido. Que ahora pague quien tenga que pagar. A colación de este suceso se ha visto la masiva reacción de la sociedad barcelonista. Me alegro especialmente de la de mi amigo Jan Laporta, que en una muestra de humanidad y corrección ha manifestado públicamente que desea para Rosell que olvide esta “injusta y terrible experiencia”.  Para cualquier barcelonista ha de ser siempre una alegría ver cómo facciones otrora enfrentadas, en momentos de clara injusticia, las discrepancias se eclipsan para dar valor a lo esencial. 

Ahora es cuestión de esperar a que el Barça gane todos los títulos que le quedan por delante, y salivar entretanto viendo al Real Madrid a 13 puntos de distancia. Dos temporadas seguidas quedando a una eternidad del Barça ha de ser duro. Yo, si fuera el presidente Florentino Pérez, echaría al Florentino director deportivo.