Sandro Rosell ya ha sido juzgado y sentenciado

Agentes de la Guardia Civil, frente al domicilio de Sandro Rosell

Agentes de la Guardia Civil, frente al domicilio de Sandro Rosell / sport

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Ir a prisión no depende de lo que hayas hecho, sino de los enemigos que tengas. El delito cometido, supuestamente, por Sandro Rosell, no es propiedad exclusiva del expresidente, sino una práctica muy extendida entre quienes manejan grandes capitales.

Lo que sí fue singular es la retransmisión en directo que se hizo de su detención y, sobre todo, del registro policial en su domicilio. ¿Qué aporta al caso contar billetes de cien euros como si fuera la casa de un narcotraficante? ¿Qué interés tiene abrir un cajón lleno de calzoncillos? ¿Por qué antes de que llegara la Guardia Civil lo hizo la prensa? La única respuesta posible es la humillación. Y ahí el delito cometido (o no) se convierte en verdad indiscutible pese a no existir sentencia. Las pruebas mediáticas, las que alimentan a la opinión pública, son más contundentes que las que usará la justicia para decidir. Quienes han gestionado el caso lo han ejecutado ensañándose con la persona, no con el supuesto delincuente, borrando la frontera entre el poder ejecutivo y el judicial. Sandro ya es culpable gracias a los vídeos de la Guardia Civil. Situarle en el centro de la plaza para que la masa arroje su basura es prescindible. Y nada es casual. Si tienes un enemigo, tienes un problema; si tienes dos y se unen, jaque mate.