El de Rosario, Rossi, y el rosario de la aurora

Valentino Rossi

Valentino Rossi / MotoGP

Josep Lluís Merlos

Josep Lluís Merlos

La vida nos entrega unas paradojas y paralelismos tan extraños, que a veces resulta difícil creer que no todo está escrito previamente. En el mismo momento que Valentino Rossi anunciaba su adiós, el Barça comunicaba que no podía renovar a Messi. Tres días más tarde, los blaugranas derrotaban a la Juve apenas unas horas después que la carrera de MotoGP de Austria viera campeonar por vez primera a Jorge Martín. El Gamper más extraño de la historia nos permitió ver un equipo conjurado en el propósito de sobrevivir sin Messi, y otorgando protagonismo tanto a los recién llegados como a los jóvenes que están llamados (o al menos se espera que sea así) a seguir la estela del de Rosario a la menor distancia posible. Marcaron el esperado Depay y el rebelde Ricky. El GP de Styria nos trajo la victoria de un rookie en la categoría reina, la confirmación de ese ciclón que es Pedro Acosta, y la presente ausencia de un Rossi a quien las carreras que restan para que se acabe el año se le van a hacer muy largas; tan solo la parada en Misano a mediados de septiembre, con los fastos de despedida que se esperan (esos mismos que el Barça no ha sabido darle a Messi), parece dar sentido a una salida que está siendo demasiado agónica y dolorosa.

El mundial de motociclismo deberá aprender a tirar adelante sin Rossi -ya lleva dos temporadas haciéndose a la idea- como el club blaugrana sin el 10. Rossi se queda sin su décimo título mundial, y los de Les Corts sin ese dorsal, el mismo que este año hemos perdido la humanidad entera tras la desaparición de otro grande, Maradona. Curiosamente, el Pelusa también fue el héroe del Doctor. ¿Se acuerdan del homenaje que Vale le tributó en el pódium de Termas de Rio Hondo en 2015? ¡No me dirán que tantas coincidencias no ponen los pelos de punta!

Leo no pudo contener la emoción en su amarga comparecencia en el Auditori 1899. Las lágrimas que vertió fueron las mismas que le faltaron al frío Valentinik el jueves en Spielberg. El italiano, un as de la comunicación, transmitió una distancia inaudita en el día que se le esperaba más humano. El argentino de Castelldefels, parco habitualmente en palabras, protagonizó su mayor gesto de humanidad en 17 años; el de una historia que empezó con una servilleta de papel y acabó con un pañuelo tendido con el mayor gesto de amor que jamás ha vivido el Camp Nou. Estuvo acompañado de Antonella, que sufre por verle sufrir y por lo que pueda tardar su familia a adaptarse al nuevo entorno que les espera. Rossi lo hizo desde la cercanía de Carmelo Ezpeleta, el mejor mentor que ha tenido Rossifumi, incluso más papá que el mismísimo Graziano; dura semana para el corazón culé del jefe de las motos, que no quiso retener a Rossi. Aunque podrá respirar tranquilo incluso sin el mayor vendedor y promotor que ha tenido el campeonato, con mayor holgura de la que podrá hacerlo la entidad que obtenía el 30% de sus ingresos a través del rosarino.

Se irá Rossi, pero seguirán los Márquez, Quartararo y compañía. Y sobretodo: llegará Acosta. Se ha ido Messi, y ojalá que lleguen Pedri, Ansu o el especulador Illaix. ¡Qué semana más cabrona nos ha amargado las vacaciones! Soñamos con un final feliz, y acabó como el rosario de la aurora.