Cuando criticar a Riqui Puig era una blasfemia

Riqui Puig, saludándose con Xavi en el primer día del de Terrassa

Riqui Puig, saludándose con Xavi en el primer día del de Terrassa / FCB

Sergi Capdevila

Sergi Capdevila

Ahora que Riqui Puig está a un paso de abandonar el calor del hogar, es momento de hacer balance. Hasta hace unos meses, ser crítico con el de Matadepera era poco menos que un sacrilegio. Las 2.000 cuentas de Twitter del ‘entorno Barça’ clamaban contra la falta de oportunidades de la que era víctima. Los ‘puristas’ asociaban su escasez de minutos a los que querían cargarse el modelo. 

Coincidiendo con la época oscura que se ha vivido estos últimos tiempos, el centrocampista pasó a ser una especie de faro, un halo de luz para mitigar las miserias institucionales y deportivas. Koeman fue prácticamente dilapidado por no echar mano de Riqui ni en los momentos de mayor flaqueza. “Riqui tiene que mejorar en muchos aspectos”, dijo el neerlandés en una ocasión. Rueda de prensa sí, rueda de prensa también tenía que hacer frente a preguntas sobre el protegido de buena parte de la masa social. Curiosamente, con la llegada de Xavi el vallesano tampoco ‘rascó’ lo más mínimo. ¿Y ahora que el más grande exponente del ‘ADN Barça’ tampoco apuesta por él qué argumentos nos quedan?

SALIR DEL CASCARÓN

Riqui tiene actualmente 23 años. En el fútbol actual, una edad en la que eres joven, sí, pero tienes que haber demostrado cosas si se supone que mereces estar en la élite. Ha tenido oportunidades para salir cedido en las últimas 3/4 ventanas de fichajes. Ha preferido la opción ‘romántica’ de seguir e intentar convencer a los diferentes técnicos que han ido circulando por el banquillo. Por aquello de triunfar en el club de su corazón.

Entrañable, pero siempre ha sido consciente de que partía de muy abajo en la lista de prioridades y que a tan temprana edad pasarse el 90% de los minutos sentado en el banquillo no es lo adecuado. Hace ya tiempo que los que lo defendían a ultranza o han desaparecido o han bajado notablemente su intensidad. Es indudable que atesora calidad. Si no, no hubiera ido promocionando al ritmo que lo ha hecho en el Barça. Pero la ambición y la voluntad lo son casi todo. Quizás afloran en Nueva York...