Riqui Puig debe ser solo la punta del iceberg

Riqui Puig, durante el partido contra el Granada

Riqui Puig, durante el partido contra el Granada / sport

Albert Masnou

Albert Masnou

Las nuevas eras empiezan como las anteriores, con un gol de Leo Messi. Dicen, también, que los inicios siempre son complicados. A esta teoría y a la otra se acogió el Barça de Quique Setién en una noche gélida que se llevó una sufrida victoria contra un equipo que le había ganado en la primera vuelta (2-0).

El nuevo Barça sufrió de los problemas del viejo porque hay piezas que permanecen. Ni los cambios en el dibujo, ni la voluntad de presionar arribar, de ser contundente en las dos áreas evitaron que se viviera una primera hora tediosa, plana, sin sobresaltos para el Granada que incluso tuvo la mejor ocasión del partido hasta que se quedó injustamente con diez.

ERrrores

El Barça sufre en defensa porque Umtiti sigue sin estar al nivel, sufre en el centro del campo porque no hay desborde ni capacidad de romper líneas y sufre en ataque porque Griezmann no se adapta a las nuevas exigencias del Barça. Quizás no se adaptará nunca pues sus virtudes no son adaptables al ADN del equipo. El francés defiende y tiene una sensacional lectura del juego pero a un delantero del Barça se le pide gol, desborde y velocidad, adjetivos que no va sobrado. Con tantos elementos que no van en la línea que marca el club, el Barça se limita a Messi, a un niño como Fati y poco más. Así es complejo llegar lejos con lo que Quique deberá cambiar muchas más cosas si quiere que el equipo vaya a más.

A diferencia de Valverde, Quique sí fue valiente y sí apostó por Riqui Puig que, como De Jong, tiene capacidad de romper líneas. Es significativo que fuera el primer cambio y con el 0-0 en el marcador. Y que sea un chico de la cantera al que la prensa y la afición pide encarecidamente pero que se encontraba con frenos desde el banquillo (o quizás desde el vestuario) que obstaculizaban su entrada al equipo.

Con un cuerpo más enjuto que el banderín de corner, él se encargó de robar una pelota en la esquina que originó el gol salvador Messi. Una muestra que para defender lo prioritario es la actitud. Él se encargó de cambiar el partido.

El Barça de Quique no maravilló. Pero ganó, que no es poco. Y sobre todo ganó tiempo para seguir avanzando en una idea. Quique dio inicialmente entrada a los pesos pesados, con una alineación que bien podría haber presentado Valverde. Sin embargo, transcurrida la primera prueba, el técnico debe tomar decisiones sin temblar. La aparición de Riqui Puig debe ser solo la punta del iceberg de lo que tiene que llegar.