Revolucion en el fútbol europeo: la Superliga jubilará a la Champions

Vivimos tiempos de cambios acelerados, de nuevas ideas, de proyectos revolucionarios. La actividad deportiva no es ajena a las nuevas tendencias que marcan un cambio de mentalidad. El deporte profesional, de la mano de la televisión y las nuevas tecnologías, se ha convertido en un fenómeno comercial de primera magnitud donde el negocio y el espectáculo se dan la mano. En estas circunstancias, resulta comprensible que las estructuras organizativas tradicionales hayan quedado desfasadas, las Federaciones de toda la vida han quedado obsoletas y surgen cada día nuevas asociaciones profesionales deportivas que imponen su ley.

Para que entiendan rápido lo que sucede, bastan unos pocos ejemplos para asimilar el cambio profundo que está viviendo el deporte. El Mundial de motociclismo no lo organiza la Federación Internacional, sino Dorna, que ha conseguido colocar el deporte de las dos ruedas al nivel de la Fórmula 1 como espectáculo televisivo. La Euroliga de baloncesto tampoco es competencia de la Federación, sino de una compañía privada dirigida por Jordi Bertomeu. Lo mismo sucede en el mundo del tenis, la ATP (Asociación de Tenistas Profesionales) ha quitado todo protagonismo a la Federación Internacional. En Estados Unidos, la NBA y la NFL tienen todo el poder sobre el baloncesto profesional y el futbol americano.

Esta tendencia está llegando al fútbol europeo. Los grandes clubs cada día tienen más protagonismo frente a la UEFA y FIFA. Los escándalos económicos y políticos que rodean a los máximos organismos, ‘caso Blatter’, ahora Infantino o PSG, ponen en evidencia que son organizaciones que no han sabido ponerse al día,  viven de los grandes clubs pero no resuelven de manera efectiva sus inquietudes y problemas. En España sucede lo mismo a otra escala. La Federación ha perdido el control de la máxima competición a favor de LaLiga que preside Tebas y que no es otra cosa que la patronal de los clubs. Soplan vientos de cambio y los clubs más importantes de Europa hace tiempo que crearon la ECA (European Clubs Asociation) con el objetivo más pronto que tarde de organizar su propia competición sin que la UEFA se lleve la parte del león.

El proyecto está perfilado y definido. El plan de la ECA es organizar a partir del 2021 la SuperLiga de Europa que tomará el relevo de la Champions. En la asociación, que ahora preside el director general del Bayern, Rummenigge, figuran once clubs en calidad de fundadores -entre ellos el Barça y el Madrid- y se han redactado los estatutos para poder organizar una competición continental del máximo nivel al margen de la UEFA aunque es posible que al final le contraten servicios como árbitros y seguridad. Los clubs quieren para ellos todo el dinero que generan sus partidos conscientes de que la escalada económica continúa y que cada vez necesitarán de mas recursos para tener plantillas competitivas. La UEFA es un organismo condenado a un papel marginal. Los grandes clubs confían en que la ECA pronto sea la NBA del fútbol europeo.

Los casos de corrupción vividos por la FIFA y la mala gestión de la UEFA en los temas de ‘fair play’ financiero confirman que las organizaciones del pasado no están a la altura de las necesidades del siglo XXI. Los casos protagonizados por Blatter, Platini o Infantino ponen en evidencia que son muchos los personajes que lejos de servir al fútbol, viven del fútbol. Los clubs, con sus estadios y jugadores, son la parte mas importante de una competición y están cansados de que los dineros que generan sus competiciones se destinen a otros intereses. Los clubs entre tanto no quieren enfrentarse a la UEFA, pero trabajan en privado para remplazarla. Saben que son los dueños del negocio y quieren controlar hasta el último euro. Josep Maria Bartomeu y Florentino Pérez están por la causa conscientes de que Barça y Madrid tienen mucho mas que ganar con una SuperLiga que acabará jubilando a la Champions.