La revolución blaugrana fue una mentira

Messi y Lewandowski, en Lisboa

Messi y Lewandowski, en Lisboa / VALENTÍ ENRICH

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Al Barça le metieron ocho en Lisboa porque no se presentó al partido. Ante el Bayern solo hubo once sombras con la camiseta blaugrana que también estuvieron en Liverpool. Y antes en Roma. Y en Turín. "Si hay que caer, mejor hacerlo así y empezar de cero", dijeron quienes buscaban esconder la cobardía de quienes debieron empezar de cero mucho antes. ¡Llegaba la revolución! En plena pandemia y sin un duro en la caja, pero llegaba, al fin.

Pero nos volvieron a mentir. Porque lo que se hizo el pasado verano no fue ni un intento tímido de subvertir el orden establecido. El único objetivo de quienes mandaban era, con la excusa de darle la vuelta al calcetín deportivo, liberarse de fichas y más fichas. Todas las fichas menos la de Leo Messi, que aquí mando yo. Bartomeu ya había plantado el cartel de ‘Rebajas’ en la puerta de las oficinas, pero, a partir de entonces, aquello fue una liquidación total.

Se fue Suárez porque no podían pagarle. Se fue Rakitic porque no podían pagarle. Y Vidal. Se fue Semedo porque necesitaban un dinero que ya no está. Se cambió a Arthur por Pjanic porque había que ingresar un dinero que ya estaba gastado. Y vendieron que la revolución eran Pedri y Trincao. Y Araujo y Ansu, que ya estaban. Y que, pese a ahorrarnos las fichas de Suárez, Rakitic y Todibo, Koeman no tendría ni central, ni centrocampista ni, mucho menos, delantero. Engañaron incluso a su entrenador, al que ahora le discuten el sistema, como si ya ni eso pudiera elegir. La revolución no existe, es una pantomima teatral escrita con humo. El vacío. Y ahora intentamos explicar qué está pasando cuando la respuesta es, precisamente, que no ha pasado nada. Ese es el drama. Seguimos, exactamente, en el caluroso mes de agosto de Lisboa.