Resultado histórico con juego discreto

Luís Suárez eufórico tras marcar el tercer gol del Clásico de semifinal de Copa del Rey entre el Real Madrid y el FC Barcelona.

Luís Suárez eufórico tras marcar el tercer gol del Clásico de semifinal de Copa del Rey entre el Real Madrid y el FC Barcelona. / Valentí ENRICH - SPORT

Pichi Alonso

Pichi Alonso

Mucho respeto, incluso temor, marcaron el planteamiento inicial de Real Madrid y Barça. Y es que tanto blancos como azulgranas optaron por ataques posicionales y repliegues defensivos exigentes hasta la frontal. Esquemas previsibles que solo se vieron cuestionados por la presencia de Vinicius. El brasileño, en la primera media hora de partido, rompió en dos ocasiones aprovechando su velocidad y sentido de la verticalidad.

El desequilibrio llegó por la banda derecha del Barça. Como era previsible, Vinicius y Reguilón cargaron el ataque madridista y mostraron cierta superioridad sobre el tándem Sergi Roberto-Semedo.

La pegada del Barça brilló por su ausencia. Los de Valverde no encontraron espacios a las espaldas de la zaga local y el equipo no generó una sola ocasión de gol. A título individual, Messi y Dembélé acusaron férreos marcajes que les inhabilitaron. Atención a las pérdidas de balón del francés.

El juego gris azulgrana recuperó parte de su brillantez gracias a la providencial intervención de Dembélé en la acción del 0-1. Sin embargo, el gol tampoco acabó de despertar a un Barça replegado en defensa, perdiendo balones en la salida y a expensas de la pesadilla de Vinicius en banda izquierda.

En pleno asedio, llegaron el segundo y tercer gol de un Barça que cosechó otro de esos resultados históricos desplegando un fútbol muy efectivo. Marcador absolutamente engañoso, pero que oxigena a los de Valverde y deja muy tocado a un Madrid al que solo le queda por disputar la Champions League.