La renovación de Busquets por cinco años sienta un precedente peligroso

Sergio Busquets y el presidente Josep Maria Bartomeu tras la renovación de contrato del mediocentro del FC Barcelona

Sergio Busquets y el presidente Josep Maria Bartomeu tras la renovación de contrato del mediocentro del FC Barcelona / FCB

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Vaya por delante que estamos de acuerdo en el fondo, pero no en la forma. La renovación de Busquets es positiva y necesaria, tanto para el jugador como para el equipo. Diez años de sólido rendimiento y la conquista de 29 títulos son señal inequívoca de un matrimonio de éxito. Lo que nos parece excesivo es renovar contrato por cinco años a un jugador que ha cumplido los 30. Esto debería estar prohibido en las normas deportivas de la secretaría técnica que dirige Pep Segura. Para eso se inventaron las renovaciones en función del rendimiento.

Cuando un jugador alcanza la treintena, por ley de vida, comienza un declive más o menos acelerado en función de los años que ha jugado al máximo nivel. El desgaste es inevitable y las fuerzas físicas lo acusan. Cruyff siempre fue partidario a partir de cierta edad de renovaciones año a año en función del rendimiento. Es decir, un contrato que estipulara que si juega un mínimo de partidos tiene la continuidad asegurada una temporada más. Esto es lo que se hubiese tenido que hacer con Busquets pensando en los intereses del club.

Dos iconos del Barça no llegaron a los 35 años jugando en el Camp Nou. Xavi se fue a Catar a los 33 años cuando vio que había perdido la titularidad y jugaba solo medios tiempos. Fue consciente de que a esta edad no podía competir con los jóvenes y prefirió irse a un club menos exigente donde ser titular. El caso de Iniesta es parecido. Se ha ido a Japón con 34 años al no verse capaz de mantener su nivel top en el Barça. Veremos con Busquets si acaba pasando lo mismo.

Con estos dos ejemplos recientes, cuesta de entender que a Busquets le hayan ofrecido un contrato millonario por cinco años que no ayuda a bajar la masa salarial. Su alegría y felicidad era comprensible, no tanto la de Bartomeu, que deja firmado un contrato que excede en dos años su presidencia. Nadie discutió que el presidente del Barça firmara un contrato hasta 2023 con Coutinho cuando tenía 26 años. Y también es normal que se atara a Dembélé por cinco años, hasta el 2022, cuando se le fichó el pasado verano con 20 años. Pero el caso de Busquets es diferente y había que tratarlo con otros parámetros. Su representante, Josep Maria Orobitg, fue más listo que sus interlocutores de la secretaría técnica, les ganó la partida de la negociación. Renovaciones por cinco años a partir de los 30 no se dan en el fútbol al máximo nivel y lo que ha sucedido con Busquets sienta un precedente peligroso.

Siempre hemos dicho que en el Barça el único jugador que merece un trato preferente, que se ha ganado condiciones distintas a los demás, es Messi. Por lo que ha demostrado en el pasado, por lo que significa para el equipo y por lo que se espera de su futuro. Nunca hemos discutido que desde que llegó al primer equipo con 18 años acumule nueve renovaciones. Su rendimiento siempre ha estado a la altura de su ficha. El pasado mes de noviembre, el Barça hacía oficial la renovación de Messi hasta el 2021, justo el año que cumple su mandato la actual junta directiva. Tenía 30 años y renovaba hasta los 34. Pues bien, con Busquets se ha roto esta barrera.