Opinión
El regreso de Neymar al Barça (y los peligros de la nostalgia)

Neymar, en su etapa en el Barça
La nostalgia es tramposa por naturaleza y un arma muy poderosa. Guillem Gisbert, cantante de Manel, lo resumió con habilidad cuando le preguntaron por qué creía que el público le seguía pidiendo canciones iguales que las del primer disco. "Todos juntamos la música con momentos emocionales, existe una conexión sentimental de las canciones con momentos de nuestra vida. Posiblemente, esta gente no añora las canciones de Manel con el ukelele, añoran su 2008, y me sabe muy mal pero yo eso no se lo puedo devolver".
Es una declaración que explica muy bien cómo funciona la nostalgia. Ocurre también con el fútbol, porque relacionamos futbolistas con etapas vitales. Hubo algo privado en la emoción que provocó a tanta gente volver a ver a Neymar (33 años) con la camiseta del Santos. Es una imagen que a muchos les devolvió a su adolescencia, a un momento donde todo parecía posible y donde eran insultantemente jóvenes. Ocurre lo mismo con el recuerdo de Ney de azulgrana: el mismo Lamine creció con esa imagen. Neymar forma parte del paisaje sentimental de muchos aficionados del Barça. Y por eso cada vez que se habla de su vuelta es material sensible.
Es normal que algunos de ellos aún proyecten una versión de Neymar ilusionante. Es normal porque es uno de esos jugadores que convierten el fútbol en un acontecimiento y porque formó parte de una época feliz. En términos de talento puro, no ha habido otro futbolista igual en el Barça desde Messi. Pero su realidad actual es muy distinta: su fútbol ha bajado varios escalones desde que se marchó a Arabia. Aquella decisión fue toda una declaración de intenciones: la constatación pública de que la competición había dejado de ser su prioridad. Una grave lesión en la rodilla aún lo ha apartado más de su mejor versión.
Pensar ahora en la posibilidad del regreso de Neymar es una tentación sugerente, pero no debería ser una posibilidad real. El propio futbolista parece anclado en la nostalgia más absoluta: la que sintió desde el mismo momento que se dio cuenta de que se había equivocado cambiando el Barça por el PSG.
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