Reconocer a Arturo Vidal no es traicionar el ADN

Arturo Vidal también pasa por un buen momento a nivel personal

Arturo Vidal también pasa por un buen momento a nivel personal / Valentí Enrich

Ernest Folch

Ernest Folch

Hay jugadores que además de la presión asociada a su responsabilidad tienen que soportar también una carga ideológica añadida. Es decir, que no son solo lo que son sino también lo que representan. Le sucedió en su día a Guardiola o a Xavi o a Iniesta, por poner tres ejemplos evidentes, que a todo lo que eran tuvieron que sumar todo lo que significaban: no eran solamente grandes futbolistas sino al mismo tiempo representantes de un estilo de juego que debían salvaguardar además de practicar. Ha pasado en positivo pero también en negativo, cuando hemos visto cómo algunos futbolistas, con razón o no, eran señalados como representantes del antiestilo. Le sucedió, por ejemplo, a André Gomes, que además de un fracaso sonado, se convirtió en un símbolo de la clase de juego que está más a las antípodas de lo que se espera del Barça. 

El último en llegar a este club de señalados es Arturo Vidal, acusado reiteradamente de practicar un fútbol sin ADN culé. Sin embargo, el fútbol, que siempre es caprichoso, se ha encargado de poner las cosas en su sitio y ha convertido a Arturo en el revulsivo inesperado de este principio de temporada: su aparición ante el Inter fue clave para resucitar a un Barça que llevaba medio muerto durante más de una hora de partido, y su gol ante el Sevilla sirvió para apuntalar un partido en el que el Barça había vuelto a estar contra las cuerdas. Arturo ha vuelto a demostrar que su rol en este equipo no tiene que ver con el estilo sino con el equilibrio, como en su día lo dio Keita, como en su día, a su manera, lo habían dado jugadores tan diferentes como Bakero o Miquel Àngel Nadal. Y lo que nadie le podrá discutir a Arturo es su gran personalidad, que lo llevó por ejemplo a ser el único que se salvó en medio del naufragio de Anfield. Arturo Vidal no es efectivamente el paradigma del estilo culé, ni falta que le hace, pero en estos últimos partidos ha demostrado ser una pieza muy importante para compensar el medio campo. Reconocerle sus méritos no es traicionar el ADN.