Recházame otra vez

Messi, en la Copa América

Messi, en la Copa América / EFE

Carme Barceló

Carme Barceló

Mientras hago las maletas y cuento las horas para llegar a mi querida Ibiza, le digo a Messi que haga lo mismo y deje atrás ya la Copa América, a los árbitros y a la presunta (que no quiero que me pongan una querella a mí también) corrupción que la ha rodeado. Leo, vente a la isla. Desconéctate de los que tan mal te quieren, descansa y reengánchate al Barça.

Me has gustado dando la cara, reclamando justicia y señalando a los que os han rechazado. Porque ha sido así: a la selección argentina y a su capitán los han sacado a patadas de una competición que, parafraseando a Simeone, es muy probable que estuviera 'peligrosamente preparada' para que la ganaran otros. Y te han sacado del XI ideal de la Copa América. Muy previsible. Dicho esto, Argentina tampoco está para tirar cohetes. Pero, por una vez y que sirva de precedente, a Messi no le han cargado con todas las culpas. El rechazo de antaño se ha tornado apego.

golpe de efecto

Ay, esa canción que nos llevó de cabeza. Ese 'Devórame otra vez' tan caliente como este verano que nos espera. Devorador es este fútbol que hace que en la directiva del Barça dimitan cuatro vicepresidentes en tres años de la misma forma que su mandatario, Bartomeu, dio el golpe de efecto al comenzar el año llevándose al jugador que concitará los afectos del barcelonismo, De Jong. El jugador dio el 'sí, quiero' por proyecto, por afecto y por ese entronque que tienen los holandeses a la figura de Cruyff.

No hubo posibilidad de rechazo para Frankie. El dinero no lo es todo en la vida y, en este caso, no es una frase hecha. Por eso Neymar volverá a decirle que no a Florentino Pérez. Lo escribí hace dos semanas en esta misma columna: el presidente del Real Madrid no va a soportar otro rechazo del brasileño. Ya lo hizo en 2012, antes del llegar a Barça. Repitió negativa, previa a la firma con el PSG, y hace apenas diez meses. Preguntar de nuevo le va a suponer otra desestimación. Le va a rechazar otra vez y a castigar sus deseos, como dice la calurosa canción.