Raúl, Casillas, CR7, Zidane, Ramos…

Florentino Pérez en la despedida de Sergio Ramos

Florentino Pérez en la despedida de Sergio Ramos

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

Qué diferencia ¡Dios mío! o que indiferencia. No, que diferencia. Joan Laporta, cuya obra magna, al margen del crédito de 525 millones de euros de Goldman Sachs que espera le apruebe la asamblea de compromisarios del próximo domingo, la entrada de algún que otro familiar más en el club y la conclusión de la limpieza de empleados que no sirven, será la renovación infinita, sin preguntas, sin regateos, de Leo Messi, se emociona y llora, sí, llora cuando ayer contemplaba algunos segundos del documental ‘Messi, el desé art’, con el que TV-3 intenta contribuir a la renovación eterna de ‘la Pulga’, a 600 kilómetros, en la capital, bueno, en Valdebebas, que es la capital futbolística para muchos, Florentino Pérez se mostraba impertérrito, inalterable, serio, fijo, como una estatua de sal mientras le decía adiós a su ‘hijo’ Sergio Ramos.

Sé que no es este el lugar más adecuado para mostrar mi sorpresa (esto es el ‘Sport’, esto es puro Barça, ¡que se apañen los merengues!) por el despido de Sergio Ramos. Porque ha sido un despido, no le den más vueltas, de uno de los mejores centrales (y goleadores) que ha dado el fútbol mundial. Es evidente, digámoslo claro, que al Real Madrid, a Florentino Pérez, a su mano derecha José Ángel Sánchez e, incluso, a Carlo Ancelotti, que no ha movido un dedo por el de Camas (Sevilla), les importaba bien poco que el mítico nº 4 del Real Madrid siguiese. Que Ramos erró la táctica, fijo, seguro, no hay duda, pero que el Real Madrid, como en el caso de Zinedine Zidane, se lo quería sacar de encima, transparente, cristalino, blanco y en botella.

Voy a reproducirles el texto de Tomás Roncero, sí, sí, deben leerlo: “Me da la sensación de que el Real Madrid o Florentino no tenían muchas ganas de que siguiera Ramos, ya que el capitán ha dicho que aceptaba la rebaja desde el primer momento y que no era un problema de dinero y que solo era una cuestión de dos años y no solo uno. Entonces lo que no acabo de entender es por qué el club no le da dos años. Lo de la norma de que, a partir de los 30, solo es un año, tampoco es verdad. A Cristiano Ronaldo, con 31 años, se le renovó por tres temporadas; a Buyo, con 33 o 34 años, se le hizo un contrato de tres años más…cuando un jugador es estratégico porque es muy bueno, nadie va a ser tan tonto de ponerse una norma para hacerse daño a sí mismo. Es inexplicable que a tu capitán no le des dos años. Es inexplicable que aceptando la rebaja salarial, Ramos no siga. Creo que el Real Madrid le abrió la puerta a Sergio para que se fuera, era una manera de decirle que no quería que siguiera (…) ¿En qué cláusula está escrito que caduca una oferta si estaba dentro del tiempo del contrato de Sergio Ramos? Está claro que el Real Madrod o, mejor dicho, Florentino no querían que siguiera Sergio Ramos”. La pegunta que queda en el aire es evidente: ¿Sergio Ramos se va porque quiere o porque no le quieren?

Lo malo, aunque dados los últimos pasos y acontecimientos protagonizados por el Real Madrid (y no, no, no me estoy refiriendo a liderar la revolución de la Superliga, que me parece valiente en un intento de romper el monopolio de la UEFA), es que la Casa Blanca ha convertido en una mancha, casi en un permanente chapapote, su manera de despedir, de desprenderse, de algunos (o casi todos) sus mitos, por no recordar a Alfredo Di Stéfano. La lista es larga y el dolor de la afición merengue, supongo, más: Del Bosque, Hierro, Raúl, Casillas, Cristiano Ronaldo, Zidane, Ramos…¿han reparado ustedes en la lista? ¡es tremenda!, no tiene justificación alguna que, en días, en semanas, ‘Zizou’ y el gran capitán abandonen el Real Madrid casi a escondidas, uno en la clandestinidad y el otro porque aceptó la renovación cuando ya había expirado el plazo que, según él, jamás le dieron.

16 años en el Real Madrid, 22 títulos, 4 Champions, capitán de lujo no le valieron de nada a Sergio Ramos, ni siquiera para que alguien, quien fuese, tuviese en cuenta su arrepentimiento. Sí, cierto, dijo que no a la primera oferta, pero cuando alguien como Sergio Ramos, que no vale lo que gana sino lo que representa, pide quedarse, si le das con la puerta en las narices es que, ya desde un inicio, no querías que continuase. O, peor aún, que echaste mano encantado de la chulesca frase que el central le dijo a su presidente: “Planifique sin mí, presidente”. Y Florentino Pérez, encantado de planificar, primero sin ‘Zizou’ y, luego, sin Ramos. Gratis total.

Es evidente, claro que sí, que Ramos erró su estrategia y le lanzó un pulso, un órdago, al único presidente al que no se puede provocar, retar, colocar contra las cuerdas. Gana siempre. Demasiada gente lo sabe y tanto Sergio como su hermano René, dicen que desaparecido en el combate por el veto del presidente blanco, debieron pensar que no era para tanto. Y sí lo era, sí.

Puede que no sea una despedida. Puede que sea un hasta luego, pero mientras Laporta lagrimea pensando en el día que Messi (18 años de blaugrana y 35 títulos) se siente a su lado para firmar la renovación infinita, Florentino Pérez ni pestañea poniendo de patitas en la calle a una “de las glorias deportivas que campean por España”, como dice la primera estrofa del himno blanco.