Ramos no es el dueño del cortijo

Ramos intentó frenar la destitución

Ramos intentó frenar la destitución / EFE

Jordi Gil

Jordi Gil

Luis Rubiales marcó la línea en la primera gran crisis desde que es presidente de la Federación Espñaola. Con un entrenador comprometido con el Real Madrid y el capitán blanco, Sergio Ramos, haciendo presión para que su jefe siguiera al frente, Rubiales no se plegó. Ramos quería ser el dueño del cortijo y no lo consiguió. Rubiales le frenó los pies ganándose el respeto de todo el vestuario, de todos los empleados de la Federación y de la opinión pública.

El presidente es consciente del gaste que tendrá. Ramos seguramente se lo tendrá en cuenta durante mucho tiempo, pero no podía permitir que el madridista dominara La Roja a su antojo. Hierro fue bienvendo, del mismo modo que, por ejemplo, se vía la posible llegada de Quique Setién, el elegido, pero que no vio nada clara coger al equipo a estas alturas con el debut mundialista a la vuelta de la esquina.

Rubiales se ha ganado más respeto con esta actuación que con los votos de las urnas federativas, donde el cupo limitado de participaciones deja la sensación de que hay poca representatividad. “Aunque no lo parezca, a partir de ahora seremos más fuertes”. Una reflexión de Rubiales que muestra la fortaleza que siente hacia el futuro.