Rakitic y otros dilemas

El futuro de Rakitic está en el aire

El futuro de Rakitic está en el aire / EFE

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Valverde ya no habla de Rakitic igual que hace ahora justamente un año, cuando se negó a cualquier posibilidad de traspaso. El martes, el entrenador barcelonista dejó claro que Rakitic ha sido muy importante, pero que no sabe si lo será este año, tras la llegada de nuevos jugadores. Dicho así, parece toda una invitación a que acepte una salida que le convenga a él y al Barça. Y sin embargo, la decisión no es tan fácil. Rakitic también dijo la suya, unos días antes, y manifestó que su idea es seguir en el Barça, aunque matizó que está abierto a todo, pues él nunca ha sido un jugador de crear polémicas.

En definitiva, que tenemos al entrenador más alineado que nunca con los deseos y planes de la directiva y al jugador, pendiente de ver el cariño que le dan. Cariño de amor, o mejor, de respeto, y cariño de bolsillo, que no hay que olvidar que tiene una promesa de mejora de contrato pendiente. Pero no vayamos a crear problemas donde los hay, Rakitic es un profesional que sabe el terreno que pisa y cómo se mueven los intereses en el fútbol. Es feliz en el Barça y está agradecido al club que lo ha catapultado a lo más alto de la élite futbolística. Se entenderán, aunque antes habrá que reflexionar mucho sobre los pros y los contras de que siga o se vaya. 

De entrada, lo diré muy claro. Rakitic nunca sobra. Es un futbolista de muchísima calidad, que ha encajado desde el primer día en un equipo y en un sistema en el que si no eres muy bueno no vales. Rakitic ofrece garantías en el trabajo defensivo y ofensivo, cubre mucho radio de acción, se asocia bien con los jugones, tiene buen chut  y notable llegada a gol, aunque en este aspecto ha flojeado últimamente... es, en definitiva, un centrocampista completísimo, de los que gustan a todos los entrenadores. Por eso mismo es un jugador que interesa a muchos equipos. Ofertas han llegado y más que llegarán hasta la secretaría técnica azulgrana.

El problema es el de siempre, ¿ganamos más que perdemos o perdemos más que ganamos si lo traspasamos? Este es un dilema eterno: ¿cuál es el momento idóneo para traspasar a un jugador titular e importante de un equipo grande? En principio, la edad es un factor primordial pues lo que se ingrese irá en función de los años de alto rendimiento que el comprador considere que le quedan. O sea, que cada año que pase valdrá menos. Rakitic está en esta edad. Lo estaba más el año pasado y lo estará menos el año que viene. Entiendo a la directiva, que ha de conciliar rendimiento y cuentas de explotación, y entiendo al entrenador, que ha de ganar partidos. En lo que respecta a Rakitic, parece que ha llegado el momento. Con la llegada de De Jong, la consolidación de Arthur, la presencia de Arturo Vidal, la irrupción de Aleñá y los nuevos planes sobre Sergi Roberto, parece que hay mimbres suficientes en el centro del campo para que no se note su ausencia. En este sentido va el cambio de parecer de Valverde y seguramente Rakitic, que es un tipo listo, también lo entenderá así. Pero eso sí, que quede claro que, como he dicho antes, Rakitic nunca sobra y que debe salir por la puerta grande del Camp Nou. 

Rakitic no es el único dilema, hay por ahí otros casos que empiezan a ser objeto de debate. Busquets y Suárez, sin ir más lejos. ¡Casi nada, amigos! Busi también tiene 31 años y ya siente el aliento en el cogote del que será su sucesor, nueve años más joven, por cierto. Es un tema de alta sensibilidad. Es un canterano y aquí el cariño ya pasa a ser obligado, cuestión de club, por no decir de estado. Busquets irá cediendo protagonismo a De Jong, es ley de vida, y si no hay dolo futbolístico, no sería pecado pensar en un traspaso bueno para las dos partes el año que viene, por ejemplo. Y luego está Suárez. 32 años ya, pero con un valor de mercado alto y apetecible. Griezmann también está ahí y con lo ingresado se podría ir a por otro goleador superstar. Lo he dicho antes, la cuestión es tener claro el momento idóneo de vender a un crack sin que nadie se rasgue las vestiduras. De tenerlo claro y de ser valientes, para ser más exactos.