Rakitic da sentido al fútbol moderno

Ivan Rakitic, como Dani Alves, ganó el triplete en su primer año en el Barça

Ivan Rakitic, como Dani Alves, ganó el triplete en su primer año en el Barça / sport

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Dani Alves aún podría jugar en el Barça. Es probable que incluso él mismo quisiera estar jugando en el Barça. Pero alguien decidió que la etapa del futbolista extranjero con más partidos en el club (Messi es catalano-argentino) había llegado a su fin. Y Dani, orgulloso, decidió que la última palabra la tenía él.

Con Dani Alves, Sergi Roberto no sería imprescindible en el lateral derecho y sí lo sería en el centro del campo. Alves, que creció en Bahía, se hizo adulto en Sevilla y ‘pureta’ en Barcelona, es el mejor exponente de esa clase media-alta imprescindible para hacer historia. Dani nunca aspiró a ser Neymar. Ni Xavi. Tampoco Iniesta (Messi está fuera de catálogo). Sí quiso y sí logró ser el lateral derecho más importante en los más de cien años de vida del Barça: en partidos y títulos. Pero no creció en La Masia ni figura en las primeras posiciones de las listas infames publicadas por los premios individuales, en las que tampoco aparece Busquets. Estar en tierra de nadie oscurece a cualquiera, por mucha luz que desprenda. Como fue su caso. 

Ivan Rakitic recuerda a Dani Alves. Es croata, pero creció en Suiza, se hizo adulto en Sevilla y va camino de convertirse en un ‘pureta’ en Barcelona. En su primer año en el Camp Nou, como Dani, ganó el triplete. Y nunca será Xavi. Ni Neymar. Tampoco Iniesta. Pero sí ha aprendido a llamar “Barça” al Barça, a encajar en un equipo en el que manda Messi, a ser el mejor socio de Busquets y a jugar 41 partidos de 42 con Valverde, siendo el futbolista que más partidos ha disputado esta temporada. Sus estadísticas son similares en anteriores temporadas. Rakitic acabará contrato en 2021, con 33 años. Quedan más de tres temporadas, un desierto lleno de dunas que escalar en fútbol. Cuando llegue el día, sea entonces o más adelante, lo importante no será qué ofrecerle, sino cómo ser agradecido con alquien que, sin ser de la casa ni candidato al Balón de Oro, ha dignificado la camiseta, ha honrado la profesión y ha ayudado a seguir creyendo que el fútbol sigue siendo ese deporte que solo necesita un balón y una portería para ser real.