¿Quién es esa chica?

Carme Barceló

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30 grados a la sombra. Una taquilla. Un campo de fútbol en La Línea de la Concepción. Verano del 88. El hit era ‘¿Quién es esa chica? de Madonna, que yo escuchaba compulsivamente en mi CD. Se disputaba el típico trofeo de verano. Hacía tres años que me había licenciado en Ciencias de la Información.  Había llegado dos meses antes a Palma como delegada de Mundo Deportivo en Baleares. Manuel Tarín y Juan José Castillo, mi primer director e histórico periodista, apostaron por mí contracorriente. Igual que el primer día, tres años antes.

Me encargaron tareas hasta entonces reservadas en un 98% a los compañeros. Solo tres mujeres teníamos una Olivetti en aquella redacción: Córdula, Imma y yo. No fue un camino de rosas pero limamos bastantes espinas.

Retomo el relato. Taquilla del estadio de la Balompédica Linense. Un empleado confirmaba las credenciales de los periodistas. Llega mi turno. Pregunto por la mía, que a él le había llegado por fax -para los lectores y lectoras del SXXI, es la transmisión telefónica de material escaneado impreso- desde la redacción. “Usted no es”, me dijo el caballero. Me identifiqué por activa y por pasiva. “¿Cómo van a mandar a una mujer?”.

Y apostilló: “Si eres la novia de algún jugador, lo dices y no pasa nada”. Mis compañeros de Palma ya habían entrado en el campo. Era la última. En ese momento llegó el autocar del Real Mallorca con su entrenador, Llorenç Serra Ferrer al frente, y aquella plantilla de los Hassan, Chano, Ezaki, el ‘Tronco’ Magdaleno, Antonio Orejuela y Luis García. Él y el delegado del equipo tuvieron que dar fe de mí como periodista local y avalarme. Entré, vi, escribí y se me llevaron los demonios.

2019. Aquí estoy. En Sport, en ‘El Chiringuito’, en Barça TV  y en mis redes sociales. Libre en todos ellos como una pájara.  Sin ‘o’. Con ‘a’. Me preguntan casi todos los días como he llegado hasta aquí, qué he tenido que aguantar y cuánto me ha costado. Pues pasar por bastantes taquillas como aquélla, demostrar mucho más que un hombre para conseguir la mitad. Eso sí, ahora me avalo yo.