¿Y quién echa a Florentino?

Florentino se la juega

Florentino se la juega / sport

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Bueno, ya está, ya han echado a Lopetegui, que sí, que ha sido un desastre, pero a Lopetegui le fichó alguien y alguien le firmó un contrato por tres años a seis millones limpios de polvo y paja cada temporada. Y ese mismo alguien decidió que no hacía falta fichar a nadie para intentar paliar la sangría goleadora que hasta los niños de cinco años sabían que se iba a producir tras la marcha de Cristiano Ronaldo. Nada, un portero que no hacía falta, un lateral suplente y un juvenil de 18 años, pero brasileño y que ha costado 45 millones, eso sí. ¡Ah!, y un delantero centro low cost para que se callaran los pesados de la prensa. ¿De Cristiano a Mariano? Sí, pero no pasa nada. Ya están Bale y Benzema... Tremendo.  

Eso no quita que Lopetegui haya sido muy cortito. Para mayor cabreo del presidente, se hizo un lío con los porteros y gestionó fatal lo de Vinicius. Pero insisto, alguien le fichó y alguien le firmó el dineral que le firmó. Alguien que, por si fuera poco, venía de no enterarse de que el entrenador que le había hecho campeón de Europa no estaba a gusto en el club y ni siquiera le escuchó cuando le explicó los motivos por los que dimitía; alguien que venía de dejar marchar al mejor goleador de la historia del club; alguien que, en definitiva, venía de ningunear a los dos máximos activos de la sociedad, Zidane y Cristiano Ronaldo. Pues bien, viniendo de donde venía, no se le ocurrió otra cosa que fichar a Lopetegui. ¡Y ficharle de la manera que lo fichó! Si a ese alguien, que es, también, el presidente de una gran empresa, un alto ejecutivo a sus órdenes le hubiera contratado para su sociedad a un director general en estas circunstancias y condiciones y a los cuatro meses le hubiera tenido que echar por inepto, que es como han despedido a Lopetegui a tenor del brutal comunicado del club, con el consiguiente agujero en las cuentas de la entidad, seguro que le habría cesado de inmediato. Y si no, ¿con qué cara habría ido a la Junta General de Accionistas? Pero en el Madrid, no, el fútbol es otra cosa. ¿Quién va a echar a Florentino a Pérez? En el Madrid nadie le va a pedir responsabilidades. Ya se ha cuidado de que el Madrid sea él, de que si alguien osara presentarle batalla electoral tuviera que avalar personalmente el 15% del presupuesto, 115 millones del ala. Pero es que en el Madrid ni siquiera hay oposición porque hay miedo a ser oposición a Florentino Pérez, a organizarse para denunciar o investigar su gestión. Decir Florentino es decir PODER, sí, así, en mayúsculas, con todo lo que ello significa, especialmente en el aspecto coercitivo. 

Permítanme una anécdota personal de esta misma semana para ilustrar el escenario. Desde hace más de treinta años, un grupo de amigos nos reunimos todos los lunes para cenar, reir y hablar de lo divino y lo humano. Son las tertulias de la “Penya del dilluns”, largas e intensas, bien regadas y hasta la madrugada en los años ochenta y noventa, y menos regadas y hasta no mucho más allá de la medianoche en la actualidad... será que nos hemos hecho mayores. Empresarios, profesionales liberales, algunos intelectuales, gente bohemia y futbolera. El pasado lunes cenamos en Can Lluis, toda una institución de la gastronomía barcelonesa, lugar de culto del siempre recordado Manuel Vázquez Montalbán, que nació y vivió a cuatro pasos del emblemático local. Can Lluís es sede fija de la Penya junto a El Glop y Els Ocellets. Pues bien, en un momento dado comenté que tenía pensado escribir este artículo y que lo iba a titular como lo he titulado “¿Y quién echa a Florentino?” Me sorprendió la reacción mayoritaria: “Ostras, qué fuerte. ¿Te vas a atrever? A ver si tendrás problemas”. En Barcelona también se percibe este halo de poder infinito del señor Pérez; ha calado la ¿leyenda? de que además de ser un ser superior es un ser intocable. Respondí a mis amigos que nunca he tenido problemas por criticar a nadie, tampoco al presidente del Madrid. No les convencí. Imagínense si en Barcelona hay esta percepción, lo que interpretan en Madrid, allí es casi certeza. “Bueno, bueno, amb dos collons”, me dijeron. ¡Con dos cojones!, ostras, justo la táctica de Solari para ganar en Melilla. Triste realidad la del Madrid. Si el Realísimo no tenía otra manera de ganar al Melilla que poniendo dos cojones encima del césped, es que está mucho peor de lo que creíamos.