¿De quién es el Barça?

Belletti y Abidal

Belletti y Abidal / EFE

Toni Frieros

Toni Frieros

El FC Barcelona, tal y como lo conocemos hoy en día, sería inviable si tuviera que subsistir única y exclusivamente de la aportación directa de sus socios, ya sea vía carnet o abono. Y esto también sirve para la totalidad de clubs profesionales de primer nivel. Si no fuera, principalmente, por los derechos de televisión y el merchandising, el fútbol todavía estaría anclado en los años ochenta, cuando las cuotas sociales representaban más del 80% de los ingresos ordinarios de los clubs.

Un altísimo porcentaje de los actuales derechos audiovisuales e ingresos por venta de producto Barça (camisetas, entradas, museo, giras, escuelas, etc…) proceden gracias al interés de ciento de miles de barcelonistas, principalmente extranjeros, que no son socios, pero que estiman al Barça y lo sienten como algo suyo. Y están repartidos por todos los rincones del planeta. Por lo tanto, la pregunta que debemos hacernos es: ¿De quién es el Barça? ¿Solo de sus socios? Estatutariamente, sí,  es indiscutible, porque son los únicos que tienen la potestad de poner y quitar presidentes y de aprobar o rechazar cualquier propuesta que pase por una asamblea o referendum. Sentimental y económicamente, es otra cosa muy diferente. Y aquí podemos abrir un profundo e intenso debate, porque los tiempos han cambiado tanto, que el Barça ha dejado de ser (solo) un club de fútbol para convertirse en uno de los principales agentes de una industrial tan global como lo es la presencia de la marca Barça en el mundo entero, a la altura de Apple, Microsoft, Mercedes Benz o Coca-Cola.

Dicho de otra forma, la subsistencia del FC Barcelona como entidad, la continuidad de su modelo económico (de lo que pende todo lo demás), pasa inexorablemente por los ingresos procedentes, entre otros, de Japón (Rakuten), Turquía (Beko), China (Mission Hills) y otros mercados (Estados Unidos, México, Brasil, por ejemplo…), donde el interés por el Barça permite seguir batiendo año tras año el record de ingresos.

Siempre me ha parecido digno de estudio llegar a comprender cómo es posible que personas que viven tan lejos de Les Corts, de Barcelona, de Catalunya, de España, sean capaces de sentir  esa pasión por el Barça (u otros clubs europeos). La semana pasada conocimos la historia de un seguidor azulgrana de Ruanda (África)  que tiene más de veinte camisetas del Barça,que conoce la historia del club y de Catalunya mejor que muchos autóctonos y que se emocionó hasta derramar lágrimas cuando visitó el Camp Nou.

Por lo tanto, el Barça es de todos aquellos que lo quieren y lo sienten. De quienes se emocionan con sus victorias y se entristecen con sus derrotas. Vivan donde vivan (. Estar en posesión del carnet de socio es algo circunstancial y en muchos casos como consecuencia de la cercanía geográfica. 

Un último ejemplo de esta globalización azulgrana y pasión por el Barça  la vivimos la semana pasada en Haikou, capital de la isla china de Hainan, considerada la Hawai de Asia. Allí, el grupo privado Mission Hills ha levantado un impresionante complejo deportivo con diversos campos de fútbol donde se ha instalado la  Barça Academy  más grande del mundo y por la que ya han pasado más de 1.200 niños. Se ha construido una megatienda Barça de 900 metros cuadrados y un  museo interactivo de temática culé  de 4,000 metros. El retorno económico para el FC Barcelona será muy importante.

Cuando en 1974 se estrenó el último himno del club, escrito por Jaume Picas y Josep María Espinàs, es muy probable que la frase ‘Tan se val d’on venim, si del sud o del nord’ no estuviera incorporada para reflejar la realidad del FC Barcelona con el paso de los años, pero sin pretenderlo, fueron unos visionarios. Lo clavaron.