Que se vayan a tomar...un té

Rabat no perdió la consciencia durante el incidente

Rabat no perdió la consciencia durante el incidente / EPA

Josep Lluís Merlos

Josep Lluís Merlos

Una vez, de camino al karting de Osona, adelanté con mi moto uno de esos coches minúsculos que llevan aquellos que no tienen edad para la licencia de conducir automóviles ‘normales’, o los que no han sabido aprobarla. Al rebasar aquel microcar, me di cuenta de que su conductor, que viajaba solo, transportaba en el interior una moto totalmente desmontada. Más tarde, ya en la pista de Vic, llegó aquel artefacto, manejado por un joven que despuntaba en las carreras del Nacional de velocidad, y que aún no podía conducir otro vehículo de cuatro ruedas que no fuera aquello.

Como no llevaba mecánico ni asistencia alguna, empezó a armarse la moto él solito, para una jornada completa de supermotard. Era Tito Rabat.

Aquel gesto, aquella tontería, me demostró que aquel piloto –que podía disponer de una superfurgoneta, cuatro mecánicos, un mamporrero y seis mayordomos (como algunos)– llegaría lejos, y que su determinación le conduciría hasta donde él quisiera. Su trayectoria está llena de ejemplos que demuestran que Tito, pudiendo vivir a cuerpo de rey, ha hecho todo tipo de sacrificios por su carrera deportiva y vive por y para la moto.

Ahora le toca sufrir. Y no poco. Las secuelas de su caída en Silverstone tienen un pronóstico incierto, que podría condicionar su futuro.

Lo que pasó con el asfalto en el circuito británico no tiene nombre. Una vergüenza. Excepto Àlex Espargaró y también Jorge Lorenzo, la actitud de los pilotos con la chapuza inglesa fue más bien débil, incluso después de la grave caída de Rabat por culpa del bodrio asfáltico.

Esta semana ha salido el calendario provisional de 2019. Y el 25 de agosto está programado el GP de Gran Bretaña en la auto-proclamada ‘The home of Motorsports’. Olé tú.

Se suspendió la carrera, con buen criterio. Pero hoy quien está sufriendo es Tito y los que hicieron mal su trabajo ya ni se acuerdan de él.

Cuando el accidente de Salom en el Circuit, e incluso el año después –tras unas obras que fueron revisadas y aprobadas–, los pilotos pusieron el grito en el cielo por el estado de la pista tras los cambios. Montmeló recibió la amenaza de quedarse fuera del Mundial; hicieron los deberes y los aprobaron con nota. A día de hoy las reacciones por el lamentable GP de Gran Bretaña me parecen demasiado políticas. Si no saben, que se vayan a tomar… el té de las cinco.