¿Qué pasa si ahora entra la pelota?

Philippe Coutinho, Ansu Fati y Leo Messi celebran un gol del Barça en la temporada 2020/21

Philippe Coutinho, Ansu Fati y Leo Messi celebran un gol del Barça en la temporada 2020/21 / FCB

Albert Sáez

Albert Sáez

Ferran Soriano sintetizó su experiencia en el Barça en un libro que tituló ¿Por qué la pelota no entra? En aquellas páginas explicaba la paradoja en la que viven los directivos de los grandes equipos. Por mucha racionalidad que pongan en la gestión, el balance de su mandatao depende única y exclusivamente de que la pelota entre en la portería. Y esa es una variable que intentan controlar infructuosamente. Si sanean las cuentas, tienen más dinero para fichar. Si fichan bien, no tienen que malvender jugadores. Si tienen al mejor jugador de la historia del fútbol, tienen una ventaja competitiva.

La historia de los últimos años sería diferente si se hubiera marcado en Anfield un gol como el de Stamford Bridge. Messi se habría ahorrado un burofax. Bartomeu haría mejor cara. Y algunos socios no hubieran firmado a favor de que se vote la moción de censura. Pero la pelota no entró ni en Roma ni en Liverpool ni en Lisboa. Y así estamos. A punto de votar una moción que casi ya no quieren ni los que la iniciaron y, aún menos, los que la apoyaron.

La suma de cabreos nos ha llevado hasta La suma de cabreos nos ha llevado hasta aquí. Es tan comprensible como irracional. Los plazos no van a permitir al futuro presidente o presidenta tomar ninguna decisión sobre una temporada de la que tendrán que avalar los resultados económicos. Una situación aún más cruel de la que describía Soriano en su libro. Cargarán con los resultados sin haber podido influir siquiera en las variables que manejan habitualmente. No es fácil salir de este atolladero, pero alguien tiene que empezar a explicarlo a los socios como ha intentado de manera temeraria el precandidato Toni Freixa. 

El temor a un aval multimillonario puede ahuyentar mucho talento de unas elecciones en las que el Barça necesita acumular todo el que pueda porque los retos son mayúsculos. Y en este contexto, no está claro que la solución sea una dimisión en bloque de la directiva actual. La responsabilidad a la que ha recurrido Bartomeu para explicar sus útimos años de gestión no se correspondería con un final de este tipo.

Pero su continuidad unos meses más es impensable si los precandidatos con posibilidades de ganar no le dan garantías de que van a desmovilizar a sus bases de cara a la votación de la moción de censura. Es lógico que no quieran irse con un bofetón. Es muy difícil llevar gente a votar a favor de una gestión que no complace ni a quienes la han realizado, pero bastaría con que la moción quedara al margen de la campaña electoral y algunos dejaran de intentar contarse antes de tiempo. Si esta noche la pelota sigue entrando -dos jornadas, siete goles a favor y ninguno en contra- esta maniobra de racionalidad sería posible. Pero eso depende también del azar. Harían bien en recordarlo los que acaben entrando en la junta directiva.