Lo que va de un pabellón a otro
Mi gozo en un pozo. Mucho vender que la instalación, en donde va a jugar España esta primera fase del Mundial, está a la altura de cualquier Arena de la NBA y resulta que la organización ha decidido, imagino que por no jugar aquí la selección anfitriona, que el torneo se juegue en el Guangzhou Gymnasium con capacidad para 8.000 espectadores.
Para que se hagan una idea es una especie, incluso en su imagen exterior, de Palau Blaugrana pero con las gradas mas alejadas de la cancha y menos verticales. El otro pabellón, en donde juega el equipo que la temporada pasada entrenaban el ex seleccionador Juan Orenga y el exjugador del Oar de Ferrol Manolo Aller, tiene el doble de aforo y este sí, tiene poco que envidiar a los grandes coliseos de Estados Unidos o Europa.
Siguiendo con mis andanzas por la ciudad, ayer descubrí que el hotel en donde están las cuatro selecciones y gran parte de los medios de comunicación, está a tiro de piedra del estadio en donde habitualmente juega el Guangzhou C.F. Un equipo entrenado ahora por Fabio Cannavaro y que tiene en sus filas al canario Jonathan Viera.
Aquí jugó Robinho
Aquí también jugó Robinho, sí al que se le salía a veces la cadena haciendo bicicletas, y entrenó, en la etapa más exitosa del club (llegaron a ser campeones de la Champions asiática en el 2015), Marcelo Lippi. Pero no les quiero aburrir hablando de fútbol y no era este el motivo que me ha llevado a hablarles de él.
La cita venía a cuento por el espectáculo que pudo ver en la zona colindante al estadio y que dice mucho de la afición a la práctica deportiva que hay en este país. Nueve de la noche, treinta y dos grados y 80 por ciento de humedad, el que escribe encharcado en sudor tras no más de diez minutos de suave caminata y ahí estaban como 400 o 500 tip@s de toda clase, condición y edad dando vueltas al perímetro externo del campo unos a ritmo de marcha pero con clara intención de querer batir récord olímpico y otros, con más moral que el Alcoyano, intentando emular a Usain Bolt.
Muy cerca de ellos, en el mismo parque, varios grupos ensayaban distintos pasos de baile y un poco más allá sesenta mesas de tenis de mesa, todas ocupadas de niños, ancianos, veteranos y noveles (mmmm...perdón que la cabra tira al monte y me ha salido el himno del Madrid).Viéndoles manejar la pala está claro que lo que jugamos en el resto del mundo es otro deporte
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