Que no nos maten al niño

Fran Ruiz, uno de los técnicos del Eldense

Fran Ruiz, uno de los técnicos del Eldense / EFE

Carles Sans

Carles Sans

Lo que más me gusta del fútbol no es el propio fútbol, sino lo que de mí hace este deporte. Un deporte que, bien entendido, es emocionante y despierta tantas sensaciones buenas como malas, pero en todo caso inolvidables. Un deporte que nos avispa al niño que muchos sacamos cuando saltamos por un gol, cuando nos abrazamos a un amigo ante la victoria, cuando nos enfadamos por una derrota o cuando casi nos saltan las lágrimas ante una gesta in extremis. Sé que este deporte deja indiferentes a muchas personas, a las que les parece una bobada la necesidad de fútbol que sentimos los que somos muy aficionados. Como todo lo que se analiza desde fuera, es posible que se considere una estupidez que uno se emocione por un resultado de un juego tan simple. Pero precisamente en eso estriba la belleza del fútbol: nos permite seguir siendo niños. 

Quiero dejar al margen a los que se comportan como malcriados y transforman su ira o su alegría en una algarada que nada tiene que ver ni con la niñez ni con el juego, sino más bien con la mala educación y la intolerancia. Esa faceta del fútbol me exaspera. Como me repugna su manipulación, la que transforma nuestra ingenuidad en auténtica vergüenza al descubrir cómo las mafias del juego consiguen manipular resultados y embrutecer este maravilloso deporte, que si se vuelve sospechoso dejará de serlo para pasar, al menos por lo que a mí respecta, a convertirse en un indeseable juego de casino para mafias y gente corrompida.

Ojalá lo del Eldense sea una excepción, una única mancha que nos haga recordar que no debemos permitir que la codicia transforme el fútbol y nos quite la ingenuidad de “ese niño” libre de manipulaciones tan aberrantes como la que hemos conocido estos días. Lo del Eldense, qué pena de jugadores, qué pena de entrenador y qué noticia tan embrutecedora para nuestro fútbol. Está en juego nuestra capacidad de emocionarnos, y eso es más serio de lo que parece. Lo siento por los eldenses que a estas horas han dejado de ser niños para pasar a ser adultos desengañados.