Lo que esconde el partidazo de Isco

Isco celebró eufórico cada uno de sus tres goles

Isco celebró eufórico cada uno de sus tres goles / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

La goleada de España a Argentina ha dejado un reguero de consecuencias, prueba de que tenía poco de amistoso y mucho de trascendente. A pesar de la ausencia de Messi, el partido se convirtió inevitablemente en un escaparate de primer nivel. Hay quien lo desaprovechó, como Higuaín, y hay quien lo rentabilizó al máximo, como Isco, que además de lograr un hat-trick cuajó una actuación sublime. La exhibición de Isco vuelve a demostrar que no hay ninguna selección en el mundo con la capacidad de generar mediocampistas como la que exhibe la Roja, que aparentemente está logrando completar el relevo generacional en una línea clave.

Porque el fútbol evoluciona todo lo que ustedes quieran, pero quien tiene el mediocampo, a la larga, se queda con la pelota, el dominio y gran parte de las opciones de ganar. Pero no fue oro todo lo que relució: al terminar el partido, y en medio de la euforia, Isco lanzó un dardo envenenado a Zidane y se encargó de recordarle una dura verdad: “En el Madrid no tengo la confianza que un futbolista necesita”. Aunque luego intentó recular y matizar sus declaraciones, el puñal ya estaba lanzado. Porque lo que ha puesto en evidencia la exhibición de Isco ante Argentina es que los grandes futbolistas necesitan apoyo, continuidad y un ecosistema acorde con su juego, algo que no ha tenido en el Madrid.

Porque Zidane, que fue el año pasado su gran valedor, esta temporada ha reculado, lo ha sentado en grandes citas y lo ha hecho sentir menos importante. Curiosamente, el mejor Isco aparece cuando juega en una Roja mucho más parecida al Barça que al Madrid: cuanto más balón, cuanta más posesión, cuanto más cerca de Iniesta, mejor rendimiento ofrece el malagueño. Por eso su recital escondía una dolorosa verdad: su fútbol solo alcanza la plenitud en un equipo de jugones. Sus palabras al terminar el partido no son ninguna casualidad.