Opinión

Pues sí, había que mover el árbol

Bartomeu, durante la presentación de Quique Setién

Bartomeu, durante la presentación de Quique Setién / EFE

 A un lado está el fondo y en el otro, las formas. Estas últimas han sido sobradamente analizadas con numerosas críticas por un viaje a Doha que dejó en mal lugar a la directiva por el trato a Valverde.  En el fondo está la decisión de cambiar al entrenador. Y aquí es donde Bartomeu ha sido valiente porque no es normal cargarse al técnico que va primero en Liga y está bien colocado en Champions. Sin embargo, la dinámica del equipo no era buena, era una lenta decadencia que llevaba al equipo directo al precipicio. Ya ningún rival parecía fácil.

Psicosis. Aunque el equipo no quisiera admitirlo, y le defendiera a capa y espada, Valverde era un muerto viviente desde hace muchos meses. Roma le dejó tocado, Liverpool le mató y la guinda acabó siendo el Atlético. El Barça no era un equipo fuerte mentalmente porque sentía que su juego iba siendo cada vez peor, cada día más vulnerable. Y el mismo enfrentamiento contra un rival de sangre caliente como es el Nápoles daba pánico. Quizás la destitución debió ser a final de la pasada temporada pero mejor tarde que nunca. Y cuando ya no veía otra salida, Bartomeu sacó el bisturí. 

El Barça ha abierto sus ventanas, el aire corre y el barcelonismo coge nuevas fuerzas para lo que queda de temporada. ¿Qué pasará? Mi opinión es que los primeros cuatro o cinco partidos acabarán siendo claves. Si se entra con buen pie, se su suman victorias, el equipo irá a más, cogerá confianza y vete a saber hasta dónde puede llegar. Si llegan derrotas, las dudas permanecerán y aumentarán.