Puerta grande o enfermería

Xavi Hernández, en un desplazamiento del Barça

Xavi Hernández, en un desplazamiento del Barça / FC Barcelona

Rubén Uría

Rubén Uría

No hace falta tener el coeficiente intelectual de Stephen Hawking para intuir que el ‘all-in’ de Laporta será puerta grande o enfermería. Si el club retoma el pulso, sale de la UVI, se juega bien, se gana y los títulos vuelven a llover, los profetas del apocalipsis tendrán que volver a instalarse en alguna recóndita cueva, junto a los que se pasaron cinco años contándonos que Mbappé estaba fichado. Si el Barça no levanta el vuelo, sigue instalado en la duda, no juega bien, pierde y vuelve a ver cómo el Madrid sigue coleccionando Champions, los culés van a ser un blanco fácil para las dos ‘cavernas’.

La de Madrid, por descontado, será cruel. La más tóxica, la de Barcelona, será aún más revanchista. Quien avisa no es traidor. Anda Barça reconstruyéndose, a trancas y palancas, con una junta determinada a jugarse el todo por el todo a una carta, en el filo de la cornisa. Laporta sabe que está en el ojo del huracán. Al fondo aparece Xavi Hernández. Hay quien cree que el cargo le queda grande, que aún está verde y quien airea sus porcentajes de derrotas con el mismo entusiasmo que McGyver en una ferretería. Xavi no es ningún ingenuo. Tiene memoria. Recuerda cómo sobraron cobardes para restregarle que no compitió la pasada Liga y faltaron valientes para explicar que, cuando llegó, el Barça era noveno y acabó entrando en Champions a falta de tres jornadas para el final.

No, Xavi no es perfecto. Siente y nota la presión y está dispuesto a asumirla para liberar a los jugadores. No tiene en su bolsillo la piedra filosofal y sabe que esta será una carrera llena de obstáculos, pero se aferra al modelo y la idea de fútbol que ha mamado. En su día, Guardiola avisó: “Ahora que ganamos, el modelo les parece bueno. No se cuestiona. Pero no se va a ganar siempre.

Entonces llegarán las dudas. Ese será el momento en el que habrá que confiar más que nunca en el modelo, porque la tentación para apartarse de él será muy fuerte". En eso está Xavi, en seguir esa hoja de ruta y no traicionar ese modelo. Sabe dónde está, qué precio se paga en ese club cuando no se gana y qué le espera si no llegan los títulos. Su presidente le enseñó el camino: perder tendrá consecuencias. El equipo sigue en obras, la competición no espera y para ganar no hay palancas que valgan. Ser entrenador del Barça es un regalo, pero siempre es ingrato. Si gana, es cosa de los jugadores. Y si pierde, recibe jarabe de palo. No habrá término medio con Xavi. Para él, como para Laporta, será puerta grande o enfermería. Eso sí, los dos parecen dispuestos a matar o morir con su idea. Ya lo decía Johan Cruyff: “Si hay que caer, siempre es mejor hacerlo con nuestro punto de vista que con el de otra persona”.