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Pude representar a Raúl, pero no lo hice porque era madridista

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Josep María Minguella

La posibilidad de llevar a Raúl González llegó sin buscarla. Casi de rebote. Un día me vino a ver Juan Manuel Asensi, exjugador del FC Barcelona con el que tuve relación desde que llegó al Barça en 1970 procedente del Elche.

Por aquel entonces yo ya estaba en el club. Asensi, que era el entrenador del equipo infantil o juvenil, no lo recuerdo con exactitud, me dijo: “Oye amigo, tienes que echarme una mano con el chaval”. “¿Qué chaval?”, le respondí. Me explicó que se trataba de Iván de la Peña y la situación en la que se encontraba.

Me pareció que tener a un jugador tan significativo del equipo blanco hubiera creado decisiones extrañas

Iván ya estaba en el Barça y tenía muchas ofertas para irse. Lo quería medio mundo, sobre todo el Real Madrid. Asensi intentaba negociar con el Barça, pero no cerraba nada concreto. En una palabra, quería que yo representara al jugador, que entonces tenía unos 14 o 15 años. 

Concertamos una comida con los padres del delantero, Agustín y Maite, e hicimos una buena amistad.

Recuerdo incluso que fuimos a Santander, a su casa y al restaurante que tenía la familia en el puerto de la ciudad, ‘Los Peñucas’. El padre de Iván era muy lanzado y en una ocasión, hablando, me dijo que tendría que representar a Raúl.

Yo ya había oído hablar de él y le dije que Raúl tenía un agente, Fermín, que fue jugador del Real Madrid, con experiencia y al que yo conocía porque me llamaba y me pedía cosas.

Un tiempo después, en Barcelona, hubo una concentración del equipo olímpico de fútbol que tenía que participar en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 y organizamos un encuentro informal con las familias, la de Iván y la de Raúl. Por aquel entonces el delantero cumplía su segunda temporada en el primer equipo blanco. La cita fue en el Tennis Pompeia. Un día, por cierto, que hacía un poco de frío porque recuerdo que comimos arriba y no en la terraza. El tiempo no invitaba a sentarnos en el exterior. 

Llegamos a un acuerdo. Raúl ya había dejado a Fermín. Sin embargo, poco después, por todo lo que representaba Raúl en Madrid y yo aquí, en el Barcelona, decidí no seguir adelante en esta representación. Me disculpé ante el jugador y su familia y al cabo de un tiempo a Raúl lo representó Toldrá, de Valencia.

La verdad es que no di el paso porque me pareció que tener a un jugador tan significativo del Real Madrid hubiera creado decisiones extrañas o tensiones innecesarias. Agradecí a los padres de Raúl su confianza, lógicamente, pero aquí terminó mi relación con él.

Valdano ya me avisó: “Oye, que sepas que este va para crack”

Raúl González, a base de goles, muchos goles, estaba explotando en el Real Madrid. No hacía falta ser adivino para ver que el chaval pintaba muy bien.  Además, había debutado con acierto y dejando muy buenas sensaciones.

Yo había llevado algunos temas a Jorge Valdano cuando se convirtió en entrenador del Real Madrid, en 1994, y por aquellas mismas fechas, hablando con él, me lo adelantó sin ningún género de dudas. 

Entonces sabía que Raúl llegaría lejos porque Valdano me lo dijo de forma categórica y sin dudar: “Oye, que sepas que este va para crack”. Y así fue, estuvo en primera línea del Real Madrid un montón de años, y con la selección española.

Siempre hay que estar atento a lo que dice la gente de fútbol y Valdano, como especialista que era, como jugador y entonces como entrenador, no se equivocó. Dio en la diana, pero como ha comentado la situación era la que era y, finalmente, opté por retirarme de la escena. La trayectoria del jugador, en el Real Madrid y en la selección española, no ha dejado dudas. Un crack.