La promesa que puede cambiar la historia

Laporta, durante la Asamblea extraordinaria

Laporta, durante la Asamblea extraordinaria / FCB

Ernest Folch

Ernest Folch

El Barça de Laporta anunció el pasado lunes una de las medidas institucionales más disruptivas y revolucionarias de las últimas décadas, y su importancia es inversamente proporcional al mínimo espacio que ha ocupado en prensa, radio y televisión.

La noticia se puede resumir así: el Barça pasa de ser un club privado de la Diagonal de Barcelona a ser una comunidad global democrática. Aunque ya lo había aprobado la Asamblea del mes de octubre, el club hizo efectivo hace pocos días que eliminaba cualquier restricción para hacerse socio (como por ejemplo la dudosa condición de tener al menos un grado de parentesco de primer o segundo grado con otro socio) y además el alta podrá ser telemática y ya no hará falta que sea presencial.

La nueva junta rompe así un tabú casi ancestral, y cambia radicalmente el paradigma que ha dominado el club desde su fundación. Curiosamente, justo cuando Laporta defiende que el Barça puede gobernarse como una empresa familiar es cuando más global se hace: a partir de hoy, millones de seguidores de todo el mundo están invitados a hacerse socios y participar de la vida institucional del club.

¿Cambiará esta medida el Barça? Por supuesto que sí, pero necesariamente para bien. Con este nuevo decreto, que además es una just aplicación de una promesa electoral, inevitablemente perderán poder las peñas y el socio local, y los barcelonistas repartidos por todo el mundo ejercerán de contrapoder.

Es posible que dentro de pocos años la misma Asamblea que tumbó el cambio del escudo lo termine aprobando: las pequeñas y a veces ridículas guerras civiles que a menudo desestabilizan el club tendrán más probabilidades de diluirse con una masa de socios que inevitablemente estará cada vez más alejada de las pequeñeces del día a día.

Cierto, existen riesgos teóricos, como el intento de dominar el club desde países remotos con súbitas altas de miles de socios, pero es esperable que habrá mecanismos de control para evitar improbables golpes de estado. Lo que es indudable es que Laporta ha tomado una decisión valiente, porque a partir de ahora el club será más difícil de controlar para los que lo gobiernan y ganar unas elecciones será algo más complejo que ir a visitar unas cuantas peñas. El Barça es hoy más abierto, democrático y plural que ayer. Una gran noticia, salga o no salga en los medios.