No es un problema del entrenador, es un problema de jugadores

Barça

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J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Duele escribir del Barça cuando el entorno está bajo mínimos ya que los resultados deportivos eclipsan los brotes verdes de la gestión directiva. No vamos a caer en el tópico de hablar de crisis pero si que hay que reconocer que el barcelonismo esta triste, decepcionado, frustrado y desencantado. Triste porque la temporada lleva camino de ser peor que la anterior. Decepcionado porque en una semana se ha escapado la posibilidad de ganar dos títulos. Frustrado porque con la llegada de Laporta se habían levantado muchas expectativas. Y desencantado porque el trabajo de Xavi no obtiene los resultados deseados.

 Cuesta encontrar una buena noticia en medio de tantos contratiempos. Xavi sabía donde se metía pero no imaginaba que sería tan complicado. El balance de sus primeros 13 partidos sumando todas las competiciones es revelador: Cuatro derrotas que son muchas. Cuatro pobres empates y solo cinco victorias. El equipo ha mejorado pero no suficientemente. Progresa de forma lenta. Mas que un problema de entrenador, es un problema de jugadores.

Si a este panorama desalentador sumamos la recaída de Ansu Fati que puede acabar en el quirófano y el lio montado con la no renovación de Dembele, llegaremos a la conclusión de que la cuesta de enero está resultando un calvario. Los males vienen de lejos pero las consecuencias se pagan ahora. Con la plantilla que hay no se pueden esperar milagros. Los jóvenes están verdes para ganar títulos y los veteranos hace tiempo que dieron los mejores años de su vida al club. La consecuencia es una plantilla descompensada que no da la talla, con una defensa vulnerable y un ataque donde la falta de gol es clamorosa.

No hay que hacerse  muchas ilusiones. La Europa League es un plato de segunda mesa pero convendría aprovecharlo ya que es la única oportunidad que queda de ganar un título. Por lo que respecta a la Liga el objetivo de clasificarse para la Champions se ha convertido en una obligación. La temporada post Messi está resultando dura y se hará larga. La falta de liderazgo en el campo es evidente. La obligación de reducir la masa salarial ha rebajado el nivel de la plantilla a una situación límite.  A pesar de todo, no hay otra opción que levantar el ánimo, plantar cara a la adversidad y sacar el orgullo.

Xavi se mordió la lengua después del partido de Bilbao. Su cara de pena era un poema. No tiene los jugadores que necesita y los que le tendrían que sacar las castañas del fuego viven del pasado. El Athletic les paso por encima con fuerza, coraje y ambición. No ganan los nombres, ganan los que más corren. Los rivales se atreven ahora con el Barça, le han perdido el respeto. La ausencia de cracks ha llevado a la mediocricidad. Resignación, paciencia y tiempo. No hay una receta mágica.