La prepotencia del Bayern es el arma

Karl-Heinz Rummenigge, presidente del consejo de administración del Bayern Múnich

Karl-Heinz Rummenigge, presidente del consejo de administración del Bayern Múnich / AFP

L. Miguelsanz

L. Miguelsanz

Tras el partido del Nápoles, el entorno del Bayern comenzó a atizar al Barça de una forma poco elegante y muy prepotente. Uno puede sentirse favorito por méritos propios, pero despreciar a un rival que tiene al mejor jugador del mundo en su equipo es un negocio que en el mundo del fútbol suele acabar mal. Los alemanes están dedicándose a calentar el partido ridiculizando al equipo blaugrana y dando por hecho que ya tienen las semifinales bajo el brazo y, sin duda, este es un arma que deben utilizar los blaugrana.

Porque la presión gratuita que se están poniendo encima los alemanes comienza a ser exagerada. Incluso, desde dentro del club bávaro <strong>se han permitido ningunear a Ter Stegen</strong> en comparación con Neuer, algo que redundará en la motivación del meta barcelonista para firmar un partido que acabe tapando bocas. Aquí y en su país, dónde ha tenido que vivir a la sombra del portero del Bayern casi por decreto.

Hay que ser realista y, en estos momentos, por juego y por estado de forma -que no por jugadores- el Bayern está por encima del Barça. Ya lo estuvo hace unos años cuando eliminó a los blaugrana con un Messi lesionado que no pudo ayudar a sus compañeros. El Bayern puede sentirse superior por los méritos contraídos en las últimas semanas, pero el Barça tiene argumentos suficientes para ganar este partido. 

Son 90 minutos y esto hay que jugarlo. Porque parece que en Alemania, el partido ya se da por disputado y ya ponen la vista en unas posibles semifinales ante el Manchester City. Estos son los momentos en los que un vestuario debe unirse para rebelarse y demostrar que a este ciclo aún le quea vida. Y que en Alemania sigan celebrando porque lo único que cuenta es marcar un gol más que el rival.

La clave: ningunear a un rival que tiene a Messi en su equipo suele ser un mal negocio en el fútbol