No toda la prensa es canallesca, no

Ronald Koeman, entrenador del FC Barcelona

Ronald Koeman, entrenador del FC Barcelona / Valentí Enrich

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

Podríamos seguir hablando, perdón, escribiendo y ustedes leyéndonos sobre la convivencia entre Joan Laporta y Ronald Koeman. El otro día me llamó uno de los grandes periodistas que siguen al Barça preguntándome si sabía si una frase que había dicho ‘Tintín’ en la TV holandesa, algo así como “en el fútbol te pueden apuñalar por la espalda en cualquier momento”, se refería a su rifirrafe con el nuevo-viejo presidente azulgrana y, al final, pudimos averiguar que no, que había sido un comentario genérico, sin más.

Respiramos tranquilos o no, pero, la verdad, a uno no le hubiese extrañado que al bueno de Koeman se le hubiese escapado esa frase con todo lo que ha vivido (y soportado) desde que llegó al Barça. Es evidente que por más abrazos, afirmaciones, piropos y demás que se lancen el uno al otro, todo es teatro del bueno, el que necesita el Barça para pacificar el ambiente.

Uno tiene la sensación de que esta telenovela, que seguirá sumando capítulos en cuanto Koeman se salga de la línea editorial que marcan los cánones de ese presidente-forofo-entrenador (ya saben, “yo soy muy futbolero y lo que quiero es hablar de fútbol”, posiblemente más de la cuenta), del 4-3-3, del tiki-taka y de la no promoción de Umtiti y Riqui Puig, ha tenido, incluso, algún que otro golpe bajo a compañeros de profesión, que sabían antes que nadie que Laporta había empezado a hablar con Koeman de su renovación (vale, sí, en unos términos, con unas condiciones, que anulan la idea de negociación, simplemente porque las condiciones del nuevo contrato eran, de momento, impresentables).

A esos periodistas, cuatro concretamente (uno de este diario), se les pidió “por favor” que no informasen de esos primeros escarceos “para no estropear las conversaciones, las negociaciones y el posible acuerdo”. Y, contrariamente a ser juzgados como “prensa canallesca”, esos cuatro compañeros aceptaron el silencio y no lo contaron. En el fondo, contribuían con su actitud al mutismo que, desde las altas instancias del club e, incluso, desde el mismo entorno de Koeman, facilitaba la posibilidad de seguir conversando.

Pero, de pronto, Joan Laporta irrumpió, ya saben, en ‘el confidencial’ con la prensa, organizado por Rafa Yuste y Mateu Alemany, y descubrió el secreto, las charlas, la negociación, ante la sorpresa general. Sí, sí, incluidos los suyos, que ya no supieron que contar a esos periodistas ‘cómplices’, que, posiblemente, no le volverán a guardar un secreto al nuevo DIRCOM. Hasta Koeman se quedó sin habla. Cosas de ser “muy futbolero”. Digo.