La precampaña electoral del Barça no puede convertirse en un circo

Josep Maria Bartomeu, presidente del FC Barcelona

Josep Maria Bartomeu, presidente del FC Barcelona / EFE

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Falta justo un año para que se celebren las próximas elecciones a la presidencia del Barça. Según los estatutos, se tienen que organizar entre el 15 de marzo y el 15 de junio del 2021. Bartomeu ya ha anunciado que piensa celebrarlas en junio y no puede presentarse a la reelección por cumplir dos mandatos. La precampaña electoral se vislumbra larga, abierta y disputada si analizamos los muchos nombres que suenan en el entorno barcelonista.

El que avisa no es traidor. La precampaña electoral del Barça no debería convertirse en un circo donde aparezcan más comparsas que candidatos de verdad.

Hay que evitar que se convierta en una plataforma de vanidades, en un falso trampolín a la fama. Estamos en contra que algunos socios aprovechen la ocasión para hacerse una campaña de imagen gratis en los medios de comunicación proclamando intenciones presidencialistas que luego quedan en nada. Por desgracia ha sucedido demasiadas veces, candidatos de cartón con más ostentación que recorrido.  

No se puede prohibir a ningún socio del Barça que quiera a presidir el club. Cierto. Pero no es nada edificante que salgan barcelonistas que se autodenominan candidatos y que no tienen posibilidades de conseguir las 2.300 firmas para competir en las urnas. Habría que pensar en colocar un filtro para hacer una selección seria. Proponemos a modo de sugerencia que para conseguir las papeletas para llegar a ser candidato tengan que depositar medio millón de euros en el club.

Si consiguen las firmas, se les devolverá, en caso contrario quedarán como una donación para la Fundación del Barça. Seguro que con una exigencia de este tipo se evitaría repartir papeletas que luego no sirven de nada y se eliminarían personajes oportunistas. 

A día de hoy ya hay tres nombres que se han lanzado a la carrera electoral. Víctor Font fue el primero aunque esto no signifique ninguna ventaja.

En tiempo de confinamiento Luis Fernández Ala y Jordi Farré han manifestado sus intenciones. Pero hay muchos más. Joan Laporta no tiene prisa para dar el paso ya que según algunas encuestas, si las elecciones fueran este verano, tendría muchos números de ganar.

Emili Rousaud espera conocer la conclusión del Barçagate (¿puede explicar PricewaterhouseCoopers el inexplicable retraso de la auditoría?) para intentar recuperar el terreno perdido con declaraciones de barra de bar. Agustí Benedito desea repetir aunque nadie apuesta por su futuro.

A Maria Teixidor la quieren convencer para que presente la primera candidatura feminista de la historia. Jordi Roche tiene amigos que le animan aunque él no lo ve claro. La ANC estudia presentar una candidatura independentista del estilo de la que ganó la Cámara de Comercio de Barcelona.

Falta un año y suenan más de ocho nombres sin contabilizar la complicada candidatura continuista. Veremos al final cuántos valientes quedan para aportar un aval de 120 millones y asumir una deuda total que alcanza los 560 millones. La presidencia del Barça es una llave de poder, pero al mismo tiempo se ha convertido en un caramelo envenenado.

un fútbol descafeinado

El fútbol en sus orígenes comenzó siendo un juego. Pronto se convirtió en el deporte competitivo. Y ha terminado siendo un gran espectáculo. Un espectáculo que se queda cojo cuando no hay espectadores. Falta pasión, rivalidad, emoción y calor. El éxito del fútbol es un pack entre lo que sucede en el campo y como se disfruta en las gradas. Si falta una parte, es fútbol descafeinado.

Le falta sabor, contenido e imagen. Jamás habíamos pensado que veríamos partidos de Ligas importantes con las gradas vacías. No podemos decir que sea un fraude, pero es una traición a los aficionados. Una experiencia obligada que debe durar lo mínimo posible.

Nos parece muy acertada la propuesta del Barça de estudiar una desescalada tan pronto sea posible en los estadios. Si los restaurantes ya pueden acoger clientes, si se puede ir a las playas manteniendo las distancias, el fútbol no tendría que ser menos.

No tiene ningún sentido castigarle con un cierre total muy perjudicial. Podemos estar de acuerdo que todavía es pronto para tomar medidas, la Liga parece condenada a terminar sin espectadores. Pero para el inicio del campeonato en septiembre, aunque sea de manera controlada y reducida, se debe permitir la presencia de aficionados en los estadios.

La economía de los clubs lo necesita y el espectáculo lo agradecerá. Mientras tanto, hay que prepararse para el reinicio de la Liga a medias. Con futbolistas pero sin los espectadores que son los que pagan el negocio.